Monday, June 30, 2014

filosofía del día a día

A veces existe el tiempo del cero placer en las abstracciones, de la nula glorificación de los entendimientos puros en los que fingimos o creemos alcanzar una explicativa fundamental. Miles de horas subrayando párrafos, memorizando citas, contrastando autores.Tratando de encontrar la mejor explicación. O en el mejor de los casos: una saciedad efímera e instantánea. A veces también hay grandes dosis de arrogancia, y queremos devorar los textos de las mentes más inteligentes a la mayor brevedad y perfección. Dejamos de ver el mundo o lo vemos a través de sus ojos. Con esto, no quiero decir que estoy en contra de los placeres intelectuales, o en contra de todo saber occidental, pues también conozco los deleites de ese pensar. Al contrario, al lugar que quiero llegar es a ese donde se ha experimentado cierta templanza neuronal y la voracidad por el conocimiento se detiene porque la vida de uno (la única en carne que tenemos) está reposando en espera de un nuevo vértigo que lo traslade a indagar más allá de todo registro textual y mientras tanto habita en la certeza de esos tiempos, producto de la sintaxis actual desde la cual reposa intempestivamente y sabe  -quizá-  es tiempo de buscar en otro lugar que no sean los libros. 



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