Tuesday, April 27, 2010

la metafora del collar. sin acento.


Un collar hermoso es un collar perfecto para un día de práctica de tai-chi. Algo comercial. 
¿Ambos eventos? Dos horas de eventos. Pasan sucesos temporales. Arena en la computadora. Es un desastre: el collar, la cerveza, y la computadora. Están llenos de arena. Nadie quiso volver a recoger basura en la playa. “Después de la foto”. Fue la frase más honesta e inteligente que escuche durante esos segundos. Yo quiero aparecer en la fotografía ecológica para el Facebook. I love mi planeta. Esa frase inteligente combina con un texto que se llama la caridad como momento fashion. Pertenecen a la misma axiomática. En distinto nivel. O tal vez. En el mismo. Creo que no tiene coherencia alguna con la frase de la semana que escuche algunos días en la secretaria de economía: “soy 100% católica”. Era la justificación para un discurso sobre salud. Un discurso tonto sobre salud que decía algo así: no hay que comer carne, por eso enfermamos. Pero: soy 100 % católica. No vaya usted a pensar que pertenezco a alguna secta o algo así. Su cerebro 100% ecologista posa perfectamente bien en Facebook. Ignoró si coinciden ambas estructuras cognitivas en algún tiempo. La ecológica y la católica. La primera manifiesta un afán de pertenencia a algún grupo. Ahora que está de moda la ecología. La segunda presupone la careta de la bondad. Si eres católico eres bueno y honesto. Si eres ecologista eres limpio y amas la naturaleza. Como decía anteriormente. Ignoro si coinciden en el mismo nivel. Por eso, me gusta ponerme un collar fuera de lugar, me agrada experimentar, los juicios valorativos que pueden arrojar encima de mí, con un collar fashion en un evento ecologista y new age. El collar supongo que coincide con la fiesta de la noche, a la cual, no acudí por asistir mis obligaciones maternales. El collar se salio de tiempo y escenografia. No encontró coincidencia alguna. Hasta que volvió aparecer al final de algún discurso unas horas más tarde. No entiendo nada de tu moda. La próxima vez asistiré con unas zapatillas rojas a un evento ecológico. No apareceré en la foto, porque estaré recogiendo vidriesitos. Amo el planeta. Por eso, prefiero no emitir juicios. Aunque, después toda llena de arena. Una persona con apariencia de hippie –según, mi connotación cerebral- quiso ofrecerme algo de ropa. Pero no combinaba con el collar y mucho menos con la vibración de ese momento. Fui honesta: agradezco tu ofrecimiento, pero no me gusta tu moda hippie. Yo también porte esa moda, algunos años. Pero, como no me interesa seguir en el mismo personaje por todos los tiempos. Entro en la experimentación: se ven re-bonitos esos aretes largos con el Ser y el Tiempo por un ladito. Por tal motivo, me quite los tacones el día del evento poético. Imagine que estaría lleno de chicas pseudo-feministas. Los tacones y el cabello peinado lo relacionan con “chica tonta”. Entonces para volver a ser inteligente. No me peine, y me quede con los zapatitos de piso. Es extraño esto del acomodamiento de las categorías y la axiomática ancestral. Sobre todo: los juicios y traumas. Por cierto: para ser buena persona y amar a todos, no se necesita ponerse, huaraches para bailar el tambor, y escuchar música electrónica no significa que no pueda bailar música de tambor. Y todo no significa nada. La semiótica ha muerto sobre su propio límite. Atrás del holograma no hay nada. No hay nombres en la zona muda. Es lo único que recuerdo de Enrique Lhin. Ahora lo único que deseo, es quedarme, sin juicios por algunas horas. Envuelta en cualquier disfraz momentáneo. I love you.

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