Tengo
delirios de muerta
Cuando la
lengua esta
Habita abajo
de ti
Estremecer
los ojos
Flagelar
la piel
Dormir sobre uno mismo como si todos los
rencores del mundo no se escribiesen nunca más en el relato absurdo de los infiernos.
Los perros negros y blancos nada nos dicen encima de las iglesias. Tampoco hay
signos, ni duplicaciones, ni bálsamos estrepitosos trazándonos los dientes.
Primera palabra: desgajar. Segunda palabra: atornillar. Tercera palabra: desnudar.
Deconstruye el tiempo de los siglos futuros
en esta garganta que nada contiene ya.
Al final, al final, la niña de las conjeturas medievales girará sus costillas
sobre el precipicio ese que te encapsula las canas mientras duermes.
Te vi escalando en el último renglón
Del cementerio.
Y yo no tuve miedo de envolverte
En la fragancia esta que se llama historia de
uno de los dos.
Nimesulida. Lusemin. Frasco con 10 tabletas.
Uñas violetas salen desparramadas
Hacia la imagen esa que te contiene ahorita.
Telepatía ¿Ves?
Benzocaìna
Frambuesa
Estudios de latín por la ventana de árboles
cantantes de voces adversas.
Yuxtapuestas.
Yo ya sabía ese jardín de memoria.
Los gramatos del primer día de octubre
enterraron bichos ciegos
En mis anginas.
Y la enfermedad me tornaba amante de la más
intrusa de las verdades.
Ya no deletreábamos pasados sobre
Los sillones. Ni tampoco volcanes.
El tomillo caliente por la tráquea me
deletreaba
La travesura ancestral.
¿Verdad que decidiste lo eterno en una
pesadilla de bambú?
Menta.
Boca abierta.
Instante de callar.
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