Viajamos en
un auto alemán frente a la línea internacional. El diálogo discurre sobre
cierta alusión a una sensibilidad transnacional. Escuchamos música sueca. Ya no recuerdo más. Será necesario que el
conductor de al lado. Escriba su propia versión. No sé cómo me veo al manejar
desde esa perspectiva. Todo es contento en este silencio poliédrico. Quiero ver
tus pestañas radiantes observando las lucecillas diminutas que se estampan debajo
de la noche. Me gusta palparte la mejilla con el dedo ciego. Deletrearlo
ceremoniosamente con tiempo en primera vez.
Una
voluntad sana fuerte radiante. Es. En ti.
Tales
instantes parecieran transformarse en joyas rutilantes de luz interior”
(Mishima dixit)
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