En ocasiones algunos humanos necesitan cosas
para satisfacer sus vacíos. Y, esas ausencias, se vuelven legibles en sus
cuerpos. Todo se puede descifrar. Existirá quién necesita hablar sobre la gran erudición
que posee, porque quizá, necesita la alabanza y aplauso de esos otros
actores que también necesitan alabar para subsistir. Ello no significa que es
plausible y de humanos compartir e intercambiar conocimientos sin el afán de competir, es
decir, se dialoga con el propósito de crecer, con el propósito de comprender. Sin
embargo, lo que no creo loable es esa inseguridad casi narcisista de
posicionarse en un altar para que los demás se empiecen a agachar y hagan
reverencias. Alguien que está en el
conocimiento, no necesita eso. Alguien que está en el conocimiento, no necesita
fans. Alguien que está en el conocimiento no es súbdito de nadie. Alguien que está
en el conocimiento es sereno. Alguien que está en el conocimiento habita en una
mirada niña. Alguien, alguien, que está en el conocimiento se sabe nada. Porque
en efecto: En el Tao sé que vengo de la nada y voy a la nada.
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