Friday, March 07, 2014

A lo sueños, yo llego desnuda de lenguaje.

Toda arqueología cuya ruta sea deconstruir el inconsciente ha de liberarse de todo orden empírico preestablecido, tanto en un nivel conceptual, como en un nivel perceptivo. No se puede acceder a otros órdenes espaciales con la mirada anclada en un plano de lo concreto, ni tampoco se puede imaginar traducción alguna desde los cánones establecidos.  El orden cero del inconsciente ha de penetrarse sin signos y huellas,  con la intuición oscilando en todas esas  fuerzas que hacen posibles las semejanzas y analogías de las cuadraturas que, en apariencia, parecen o simulan sobrepasarnos. Lo que el lenguaje psicoanalítico trata de hacer es una interpretación, o en su caso, una traducción forzada de las dimensiones que le sobrepasan. Existe, por tanto, cierta contaminación reduccionista en el desear captar lo no configurado a través de una sintaxis normal. Pues, a las zonas mudas de los sueños se llega por elevación intuitiva y perceptual; por instantes tonificados por la claridad que implican ver multi-perspectivamente y no sólo desde la arbitrariedad de una perspectiva. Acceder a otros órdenes oníricos presupone un estadio musical acorde con las regiones que resultan abocétables para la geometría fundamentativa de una época. Subir al orden de los sueños es una experiencia que te pone al abierto de todos los espacios y todos los tiempos. En este sentido, creo que resulta más plausible acceder sin lenguaje y sin categorías. Buscando trans-percibir las monadas por sus phatos estelares y no tanto por su cuantificación. No obstante, una pregunta raíz que resulta pertinente tener al develo es: ¿Por qué deseo comprender o elevarme a los abismos oníricos? ¿No es, finalmente esa ansiedad de comprender la muerte lo que nos insiste en seguir conceptualizando?

A lo sueños, yo llego desnuda de lenguaje.
Desnuda de categorías.


Anti-K

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