En
ocasiones experimento una certeza primaveral en mis pulmones. Han de ser las
grutas de Funes las que rasgan las simpatías de mi espíritu en el tuyo. Hay tiempos
para dejar la cabeza en la nada, inamovible, conjetural. Hay tiempos para
respirarnos por los ojos y comernos. También, hay tiempos para deletrear el
infinito y encajarlo en las rodillas. Han de ser las ceremonias de los gatos
blancos y las conclusiones absolutas de los magos las que bordean el perímetro
de nuestro mundo. Duplicación. Sabiduría del espejo santo. Poeta recién nacida
en una carta de tarot volteada al revés. Es el fuego el que entra por mi
pensamiento cuando circunnavego por los precipicios numéricos de tu rostro. Ha
de ser la raíz de mi corazón buceando en las cartografías atemporales, sin
signatura alguna, con redención.
Por
cierto, todo es violeta y piramidal.
Los
títeres suicidas siguen socavando el renglón cero menos tres de mi sueño
favorito. Luego, todo es reversible. Anacrónico. Disuelto. Los segundos más
luminosos de todos los abriles sacuden mi eternidad como un pájaro insoluto. Cierto:
Las paráfrasis de huesos dulces en la última imagen humedad, sigue hilvanando noúmenos
y crucigramas nórdicos. Estoy muerta y feliz al mismo ritmo. Lista para dormir en
el último paralelo abismal.
Buena
noche.
12:00
12-03-2014
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