Tuesday, January 29, 2008

El Zen quiere que vivas, que vivas en abundancia, que vivas en la totalidad, que vivas intensamente; no al mínimo, como lo quiere el cristianismo, sino al máximo, rebosante.

Tu vida tendría que llegar a otros. Tu dicha, tu bendición, tu éxtasis no tendría que contenerse en el interior, como una semilla. Tendría que abrirse como una flor y expandir su fragancia a todos y cada uno, no sólo a los amigos sino también a los extraños.

Esta es la compasión real, éste es el verdadero amor: compartir tu iluminación, compartir tu danza del más allá.

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