Sunday, October 30, 2011

Penrose-Zambrano-Mùsica-Electrònica.










Desde la perspectiva husserliana que experimento en este momento, uno de los accesos a la realidad matemática pronunciada por Penrose, es la música electrónica. Claro, cierta música electrónica, aquella que precisamente vuelca la percepción más allá del cielo mundano-metafísico:

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Arquitecturas sonoras  ancladas a la frecuencia-órfica-pitagórica-ancestral.

…·343


Es el sonido que conecta al multiverso instante a instante: sin programación.

[ ]


Es el arriba todo el tiempo con cerebro y sentidos destapados a la luz directa del elan vital.


Urlichten Pantha du Prince.
Mariposa Dj Koze

-algunos ejemplos-


La conciencia alienada sólo escucha tres soniditos en frecuencia letargo. Eso habla de una involución vital en todos los sentidos. No hay estética, no hay armonía. Hay muy poco.


Hablar de tiempo es algo obsoleto. Hablemos de temporalidades.
Hablar de espacio es algo obsoleto.

Pensemos el multi-espacio.

Pensemos en los tiempos de los individuos según las ideologías que procesan y la música que escuchan.



White Out.





Friday, October 14, 2011

María Zambrano

Los análisis literarios psicoanalíticos conducen a un inadecuado tratamiento del texto literario al dejar en la sombra los aspectos estéticos del mismo. La hermenéutica zambraniana, en cambio, al estar centrada en el análisis de la forma y no de los contenidos de los sueños, significa, en este sentido, un claro paso adelante. "Descifrar una imagen onírica, una historia soñada, no puede ser por tanto analizarla. Analizarla es someterla a la conciencia despierta que se defiende de ella; enfrentar dos mundos separados de ante mano. Descifrarla, por el contrario, es conducirla a la claridad de laconciencia y de la razón, acompañándola desde el sombrío lugar, desde elinfierno atemporal donde yace. Lo que sólo puede suceder si la claridad provienede una razón que la acepta porque tiene lugar para albergarla: razón amplia y total, razón poética"

Thursday, October 13, 2011

Sunday, October 09, 2011






Esta semana inicia la FELIUS, en una edición especial de Editoriales Independientes. Presentamos Ana Karenina Ochoa y yo el proyecto de la Casa Editorial Abismos este Martes, 11 de octubre 19:00 - 20:00. Hablaremos de los autores que la integran y de la visión de literatura contemporánea que tiene la editorial.




Posteriormente el jueves, 13 de octubre de 16:00 - 17:00 presentaremos el libro Los Abismos de la Filosofía ambos eventos en el centro comunitario de la Universidad Autónoma de Baja California.



Sidharta Ochoa.

Sunday, October 02, 2011

una chica bella con un chico muy bello. Què felicidad!

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I.



Lo que yo sé de razón clara (a los treinta) lo iniciè a los veintitrés. Antes de aventurarme en el aprendizaje de la institución filosófica, me topé con un profesor de artes taoístas y con un libro de Derrida. El libro del filósofo de la deconstrucciòn estaba totalmente rayado. Tenía muy pocas lecturas en aquel entonces. Era preciso memorizar algunos fragmentos y luego interpretarlos desde mi estructura cognoscitiva de ese momento. No obstante, ese ejercicio literario me sumergió en un recelo y desconfianza por la filosofía como absoluto. En mi mente divagaban aquellas sentencias sobre la imposibilidad de superar la dinastía del lenguaje y la imposibilidad de pensar sin la merced del mismo.



Además de las lecturas, acababa de finalizar mi enajenamiento con el arte como liberación. Ese era el concepto que me habían donado (los artistas), mismo que me refugiaba, en  la inocencia del joven buscando un muro donde detenerse, y saciarse de la huìda. Fue así, como gasté tres años de mi vida entre los oleos y los lienzos, percibiendo un gocé iniciático, que me sirvió de cortina psicoanalítica para mi necesidad de explicarme el mundo en ese momento. Aunado a la pintura estaba Eros. Así que era una combinación bastante apetecible para mi espíritu de aquella época.



Como mencionè al principio, llegué a la escuela de filosofía y al mismo tiempo asistía a las clases de ki gong para ser precisos. Esta práctica fue  la que me permitió no enajenarme en totalidad como servidumbre ante las grandes inteligencias que me mostraban mis profesores. Sin embargo, no castré su contemplación. Recuerdo exquisitamente las levitaciones que experimentaba durante el invierno del 2004 al salir, por ejemplo, de un seminario de Kant, con mi crítica de la razón pura de cincuenta pesos. Mi cerebro estaba completamente convencido de que la saturación cognoscitiva, provocaría una inmersión mitológica de mi conciencia universal. Me perdía totalmente entre los conceptos. Fascinada por ese pequeño fragmento donde el alemán describe la imposibilidad de explicar el noumeno.





Más tarde, ganaron los conceptos. También la filosofía. Fue tanto el nivel de disonancia metafísica en mi conciencia; que negué la posibilidad de quedarme en el silencio que postulaban los taoístas. Era una contradicción inaudita, para esa velocidad de exploración que subyacía en mi cuerpo, al mismo tiempo que, experimentaba mi vida campirana en las afueras de la ciudad: vivía en la perfección. Inclusive aceptaba, con cierto gozo, esa imposibilidad de dejar de pensar. Además no me causaba problemas. Mis amigos –hombres en su mayoría- pasaban por una catarsis discursiva semejante. Por cierto: algunos no volvieron.



Después, la vida, volvió a hacer de las suyas. Mi destino metafísico volvía a llamarme. Esta vez traía otras novedades. La vida fue muy sabia conmigo; al mostrarme los dos caminos desde el inicio de la búsqueda: el intelectual y el metafísico no intelectual. Sin embargo, un nihilismo no afirmativo y un escepticismo radical se apoderaron de mi espíritu al finalizar el 2006. Me sentía en el tope sin redención alguna. Wittgenstein y los juegos de lenguaje, Derrida y la diferencia, Foucault y sus palabras y las cosas. Entonces pensaba, nunca podré pensar por mí misma; sufría la voz de los otros, maldita lógica aristotélica, cuándo podré liberarme de ti. Yo que pretendía la verdad del infinito en pleno siglo XXI como si viviera en el XVI. Mi conciencia estaba saturada de lecturas: pensaba y detectaba conceptos ajenos. Sólo me quedaba contemplar el atardecer. Por eso, decidí registrar un diario del atardecer, beber chocolate, y no salir a la civilización por un mes.



Luego, gracias a que los malandros se robaron el cable de luz, tuve la bendición gratuita de vivir sin luz, y ese maravilloso robo, me permitió aprender a no sentir miedo. Así que al diablo con sus ejercicios gestalticos-orientales. Me quede sin luz, y sabía que si sentía miedo, estaba perdida. Por eso aprendí a ser feliz con las velas blancas. Con tres velas blancas para ser exactos y con el ruidillo de los grillos. Yo ya no quería salir de ese cerro. Tenía que liberarme de ese escepticismo y volver a reír. Y ¿por qué no? Volver a desear esa deliciosa verdad. Pero eso no fue nada fácil, pasaron dos años, mientras mi conciencia experimentaba el letargo con los pocos teóricos de la educación de la maestría. Un tal Vigotsky, era el rockstar de ese momento, del cual, por supuesto, no me enamoré.



Después de dos años de escepticismo, pasaron más días, y el azar me llevó a una nueva redención llamada David Bohm. ¡Oh qué bonito! Aprender conceptos nuevos. Los artículos de Ana Rioja, ¡qué belleza! Los experimentos de Schorondinguer y Heisenberg. ¡Oh, mis neuronas, respiraron otra vez!.





Dejar de leer filosofía por dos años me permitió “mirar” sin el filtro de las lecturas.





Me sumergí en la ciencia por destino vitalicio- institucional. Y no está del todo mal. Algún tiempo regresaré al inicio del círculo, otra vez.







Las reglas del arte.


Génesis y estructura del campo literario.
Pierre Bordieu.

El objeto de un crítico verdadero debería
consistir en descubrir cuál es el problema
que el autor se ha planteado (sabiéndolo o sin saberlo)
y en averiguar si lo ha resuelto o no.

Saturday, October 01, 2011

Un texto del 2008.

Si se llega a un punto determinado,


ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto.

Franz Kafka




El tìtulo del presente texto es en definitiva la visión de una concepción moderna de la filosofía. Se dialoga con la pretensión de asumir un consenso, una comunicación, una estabilidad. Es el deseo del Grund. La conciencia optimista de la razón ilustrada buscando la emancipación de la humanidad. Razón, historia, humanismo, clase, estado (¿o Estado?), raza. Tantos nombres aferrados a una proyección de la conciencia que nos aleja cada vez más del silencio.



Habermas defiende el proyecto de la razón ilustrada, desea reconstruir la racionalidad para llevarla al mundo de la vida con la praxis que ello conlleva. Una racionalización que no se ha llevado a cabo por la escasa comprensión de los ideales de la modernidad. Luego, bajo este discurso, erradica lo antiguo, lo caduco, lo inservible; por la comodidad y el asombro que representa lo nuevo. La erradicación de la guayina en esta ciudad por la sustitución de vehículos más ad hoc con el modus de vida moderno es un ejemplo de dicho acontecimiento.



La cuestión es meditar sin lo claro y lo distinto. Para enfocar la conciencia en una genealogía de las fuerzas –tal y como lo entiende Deleuze- para detectar: ¿cuáles son las energías que se apoderan de dichos dasein para enlistarse en las raíces de tal o cual ideología? Así, se hace uso de la razón porque la estructura capitalista esta planeada bajo esa concepción de lo real. Octavio Paz en El arco y la lira reflexiona: un hombre que se distrae niega lo moderno. Estamos obligados a llevar cierta planeación y disciplina en la forma de la maquinaria social. Cumplir horarios, normas, esquematismos de funcionabilidad en lo mundano; en el cual la materia esta por encima de cualquier pretensión sensible. La distracción golpea secretamente la obsesión por el orden y el progreso.



¿Me llevará a algún lado el meditar sobre la posibilidad de un dialogo modernidad-posmodernidad? La muerte de Dios, la muerte del hombre, las muertes. Artaud y la crueldad. Derrida y su concepción de Artaud. Derrida y Freud. Las huellas del inconsciente. La rizomática desfloración de lo moderno por fuerzas reactivas que han sido develadas desde el momento en que el simulacro de la inhumación fue detectado en el texto por su ausencia. El optimismo del nihilismo activo. La seriedad con la que el taoísmo asume el silencio. La experiencia clínica de las letras. La gramática clónica. Disertación profana de la concepción sistémica de la razón. Baudrillard: muerte de lo social, negación del sujeto histórico, la seducción y el poder. La parodia del simulacro. Todo se ha simulado desde lo social hasta la relación social.



El diálogo modernidad-postmodernidad genera una enemistad. La amistad ha sido nulificada. Refutaciones, objeciones, contradicciones. Un moderno le dirá a un postmoderno: 'Defíneme, de dónde sacaste tal o cual concepto, dame una referencia clara, te estas contradiciendo. No asumes ninguna postura política, careces de compromiso social, eres un cínico'. Luego, llega alguien supuestamente postmoderno, quien por mera lógica aristotélica asume la postura de la no postura negando lo anterior.



Personificar lo posmoderno es la simulación de un personaje que se intuye asumido en la paradoja de su discurso (tal y como lo asumió Heidegger cuando habla de la lichtung desde la tradición metafísica). Por ello se invoca una conexión al plano de las ideas, con el propósito de evadir la representación habitual de los pensamientos. Es la agonía del texto, la que remite, a la ineluctable explicación de lo real desde una incoherencia resultado de la conveniencia del devenir. ¿Cómo hacer hablar a dos clasificaciones tan tajantes de la realidad histórica occidental?



Por otro lado, al encasillar al posmodernismo como un acontecimiento histórico se está encorsetando su pretensión del afuera a un compromiso ideológico que no le corresponde. Es la histeria del logicismo pretendiendo eslabonar el eterno retorno. Jugar con el Apocalipsis como escape de una filosofía que se pretende antifilosofía desde los confines de los relatos que mueren plegados a la trama ontológica en una explicación carente de sentido en su connotación representativa. El intento de una escritura logrando erigirse más allá de la velocidad de un pensamiento que suele degollarse a sí mismo; en el momento mismo del fallecimiento de una conclusión avergonzada.



Hablar desde la Posmodernidad es haber sufrido la enfermedad de lo moderno y no encontrar anestesia alguna. Se necesita estar muy sedado de lo real para dejarse seducir por la tranquilidad que implica el fundamento. El Grund aceptando la derrota de lo caótico podría denotar un estado del espíritu, en donde la permanencia de lo imposible se vuelve una experiencia trascendental. Budismo agónico de la conciencia.



Por otro lado, la Modernidad es íntima de la esperanza. Existe una presuposición de la conciencia que asume la mejoría de lo social por vías de un uso correcto de la razón. Es el optimismo que se arraiga en occidente cuando pretende invadirlo todo de utilidad y cálculo. Pensar en un futuro como posible ordenación de las cosas. El curativo perfecto para la falta de posturas de la posmodernidad. El tiempo lineal de los modernos definitivamente no se compromete con un presente en sí tal y como lo medita Heidegger en Ser y Tiempo. Sino que se ancla de futuros y más futuros. El presente no logra conciliarlo.



Hace tiempo murieron los fines, pero la conciencia necesita un entretenimiento, una pasión lingüística. Aún no sabemos meditar. ¿Por qué escribe el posmoderno si sabe que ya no hay nada que decir? La posmodernidad es una filosofía de lo poético. Vattimo en el quebrantamiento de la palabra poética anota: 'Lo que ocurre en el lenguaje originario –lenguaje de la poesía- es una colocación de la cosa en el juego del Geviert la cuadratura de tierra y cielo, mortales y divinos'.



Para finalizar creo que, ambas posturas remiten al institucionalismo, a un orden del discurso legitimo. Hay que recordar a Derrida cuando asume que hablar de filosofía en un coloquio institucional ya no resulta transgresor. La trasgresión se asume con el silencio. Como bien sabían los orientales desde hace bastante tiempo. Zen Shojo. Paz mental. Sin embargo, el merito del posmodernismo muy al contrario de la modernidad; reside en la asunción de los limites del conocimiento humano. Lo cual no alude a cierta empatía con el conservadurismo como piensan Eagleton y Anderson, sino que nos remite a una salud y descanso del espíritu en donde la posibilidad juguetona de la vida se hace presente.



El silencio como modo de ser en el mundo implica menos contaminación mental. El sueño husserliano de la epojé. Asumir el infinito universo como parte de nuestra mortandad y estancia pasajera por este planeta. Asimilar la muerte y dejar a un lado la arrogancia de sentirnos el centro del universo tal y como lo entiende el humanismo. No más yo, no mas fragmentos, clasificaciones, denotaciones, nombres, implicaciones matemáticas. No es una prescripción médica, ni una discursiva moral, es simplemente la aceptación del desarraigo y finitud de la vida.



Ahora, si el discurso de lo moderno, le produce cierto bienestar, no implica nada negativo; quizá caerá en la tentación de fingirse posmoderno por mera vivencia y le causarà angustia y mejor regresarà a explicar el por què de las cosas. Encontrarà respuestas para todo. Ese todo tiene explicación, experimentará el asombro. Cortázar estaría en un error: 'las explicaciones (no) son errores justificados'. Y si esa angustia kierkeergardiana le resulta una carga volverá a ser moderno. Es extraño por qué la necesidad de explicaciones teológicas sigue siendo una perspectiva tan necesaria de lo humano. No obstante, cada quien asume su implicación en la vida desde su experiencia más cercana. Es cuestión de fuerzas como mencioné al principio del escrito. Depende de la frecuencia corporal con que se perciba la multiplicidad cósmica de la existencia. De cualquier manera no hay nada fijo. Heráclito siempre tendrá razón. Y si tanto se odia al cristianismo terminará siendo cristiano.










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