Michel Foucault
Mi cuerpo, ese papel, ese fuego
El primer episteme es el del Renacimiento que se caracteriza por la semejanza. Para el hombre del Renacimiento, todos los seres están envueltos en una apretada red de semejanzas y correspondencias. Cada uno de ellos conduce a otro, al cual está ligado por invisibles hilos, por sutiles analogías. El pensamiento del hombre del Renacimiento no separa las cosas, sino que las une entre sí, ordena el mundo utilizando al cuerpo humano, donde todo está en estrecha relación, como metáfora suprema. El lenguaje del Renacimiento es, como dice Foucault, la "prosa del mundo". Sus signos no son arbitrarios, sino que reconducen a la esencia misma de las cosas: entre significante y significado existe necesariamente una relacion, algún tipo de semejanza que el estudioso debe descubrir. El conocimiento es fundamentalmente interpretacion, exégesis, del gran libro del mundo que Dios ha escrito para los hombres, es búsqueda de los signos, de las signaturas, es decir de los trazos que la mano de Dios ha dejado, como una firma, en la naturaleza.
De repente, a mediados del siglo XVII, este episteme se derrumba. El carácter general del nuevo episteme está dado por la representación, vocablo con el cual Foucault indica la racionalidad abstracta que divide e individua: «La actividad de la mente ...ya no será la de reunir las cosas, dedicarse a buscar algo que pueda revelar un parentesco, una atracción, una naturaleza secretamente común a ellas, sino que, al contrario, será la de discriminar, o sea, establecer la identidad de las cosas... En este sentido, la discriminación impone, en la comparación, la búsqueda primaria y fundamental de las diferencias...».[26]
En todos los campos, las cosas son medidas, ordenadas, tabuladas, colocadas en serie, en columnas, en estructuras. El conocimiento se espacializa y todas las "ciencias" son ciencias del orden, son taxonomías, nomenclaturas, clasificaciones, siguiendo el modelo de la Botánica de Linneo. En todos los campos, el análisis substituye a la analogía. En el lenguaje, el nexo de similitud, la conjunción entre significado y significante desaparece: la relación entre ambos deviene simplemente convencional, pero al mismo tiempo se la entiende como una relación clara e inequívoca. Las palabras y las cosas pertenecen a dos órdenes paralelos. Es la naturaleza misma de la conciencia humana, así como ha sido creada por Dios, la que permite esta relación transparente entre cosa y concepto de la cosa, entre cosa y palabra.
Este episteme desaparece abruptamente hacia finales del siglo XVIII. Comienza ahora la época moderna propiamente dicha, cuyo episteme se caracteriza por la historicidad y, como dice Foucault, por la aparición del hombre.
No existe un pensamiento verdaderamente libre: siempre «se piensa en el interior de un pensamiento anónimo y constrictor que es el de una época y el de un lenguaje. ... La tarea de la filosofía actual ... es la de sacar a la luz este pensamiento ..., ese transfondo sobre el cual nuestro pensamiento "libre" emerge y centellea durante un instante».[20]
Y así es como Foucault describe los aspectos fundamentales de su problemática. El fin de toda su obra es «... intentar encontrar en la historia de las ciencias, de los conocimientos y del saber humano algo que sería como su “inconsciente”. ... Si se quiere, la hipótesis de trabajo es globalmente ésta: la historia de los conocimientos no obedece simplemente a la idea de progreso de la razón; no es la conciencia humana o la razón humana quien detenta las leyes de su historia. Por debajo de lo que la ciencia conoce de sí misma existe algo que desconoce, y su historia, su devenir, sus episodios, sus accidentes obedecen a un cierto número de leyes y determinaciones. Son precisamente esas leyes y esas determinaciones lo que yo he intentado sacar a luz. He intentado desentrañar un campo autónomo que sería el del inconsciente de la ciencia, el inconsciente del saber que tendría sus propias reglas del mismo modo que el inconsciente del individuo humano tiene también sus reglas y sus determinaciones».[21]
[20] Ibidem, págs. 33-34.
[21] Entrevista con Jean-Pierre El Kabbach, op. cit. pág. 43.
[22] Entrevista con Madelaine Chapsal, op. cit., pág. 34.
El Zen te pide que salgas de la cabeza y vayas a la fuente básica... No es que el Zen no sea consciente de los usos de la energía en la cabeza, pero si toda la energía se utiliza en la cabeza, nunca vas a tener conciencia de tu eternidad... Nunca vas a saber, a modo de experiencia, en qué consiste ser uno con el todo.
Cuando la energía está precisamente en el centro, vibrante, cuando no se desplaza a ninguna parte, ni a la cabeza ni al corazón, sino que está en la misma fuente de donde el corazón la obtiene, vibrando en la misma fuente, esto es el verdadero significado Zazen. Zazen significa ubicarse simplemente en la propia fuente, sin moverse a ningún lado: surge una fuerza tremenda, una transformación de la energía en luz y amor, en una vida más grande, en compasión, en creatividad. Esto puede tomar muchas formas, pero primero tienes que aprender a permanecer en la fuente. Entonces la fuente decidirá cuál es tu potencial. Puedes relajarte en la fuente y va a llevarte a tu verdadero potencial.
Existe una escenografía. Entro al telón. Hay un siglo XIX esperándome en su espalda. Suelo balancearme entre ambos extremos de algunos sentimientos encontrados. Algunas contorsiones infantiles. La cápsula me devela por el ombligo. Hay una luz que madura tenuemente entre algunas reflexiones. Juicios que se empalman uno a uno intentando explicar la historia. Nuestra historia.
Sé que lo mejor es escribir cuando exploto. Recordar todos esos pasajes literarios en los que oscilo de callejón en callejón, de histeria a sonrisa, de maldición a éxtasis, de mi a usted. Y me doy cuenta que soy una hedonista irremediable, que podría pasar meses encerrada sólo haciendo el amor o teniendo sexo, sin remordimiento alguno. Levantarme… placer, desayunar, placer, almuerzo, placer y más placer todo placer. Soy demasiado cristiana para intoxicarme en semejante empresa. Las bacanales tienen cierta ética implícita si no todo este mundo de transnacionales se vendría abajo. Pocas veces me acuerdo de H. Marcuse y su sociedad erotizada. La utopía y ninguna parte. Es bonito alucinar. También es fascinante creer que mi tesis es real.
Lo estuve explorando a usted. Desde la desnudez de sus dimensiones más lejanas. Hoy por ejemplo estuve a su lado en el laboratorio. Inventando lucesitas, moviendo cosas extrañas… y me sentí en el limbo de viscitudes extratemporales. En la transcostrucción de intuiciones violentas. En el desgarro de Dios. Después no pido permiso.
Sigo… en la dilatación de un Geist irresuelto. En una burbuja oceánica que difumina todo lo falso que se refugia en mi espalda. Quiero un siglo XIX, quiero una Edad Media, lo quiero todo. No hay San Agustin, no lo hay….
La escritura me anestesia. Es una droga suave que logra la saciedad repentina de mis entrañas. Me gusta ver correr la cera de las velas….formando arquitecturas hipersensoriales. No quiero que me corten un brazo sin anestesia. Quiero morir rápidamente. Con la enciclopedia karmica borrada. Mi sangre blanca está teñida de conceptos incestuosos.
Exploto y escribo. Me apodero de lo blanco. Pienso en dedicarme a la meditación de tiempo completo. Lo olvido. Pienso en dedicarme a la escritura de tiempo completo. Lo olvido. Todo lo olvido. Lo único de lo que estoy segura es de no querer pertenecer a una trasnacional. No quiero una casita urbi de ultimo ni de primer nivel…no quiero endeudarme de por vida con las dictaduras. Lo ves: a veces puedo ser muy roja. Más roja de lo que me conoces. Me pongo tu pin del Che.
Ya no exploto, ya no escribo, y la hoja se queda en blanco. Olvide asistir a una conferencia de Edith Stein… No sé nada de ella. Sólo sé que es una monja filosofa cristiana, discipula de Husserl… pero no me la imagino. Iré a la wikipedia. La wikipedia es super divertida…no sé como pueden dudar de ella.
Estoy en blanco. He blasfemado demasiado. El cansancio de las letras me obliga a callarme. El incienso ha logrado bajar mis niveles de neurosis. Creo estar en el post-nihilismo. En esas ideas que he plagiado últimamente para no sentir el desconsuelo de Pirron. Recuerdo… en un texto anterior, confesé ser victima de un falso escepticismo. Que amo los libros… que me extasían… los extraño… podría seguir estudiando licenciatura tras licenciatura, doctorado tras doctorado…. Y eso me asusta.
La falta de conciencia me satura. No consigo obtener una percepción en ritmos cortos. El tener que, el deber que…junto con el “supongo” son palabras a eliminar. A veces, cuando la profanación me asfixia el alma, me pongo el disfraz de lo rojo. Coincido con las revoluciones materialistas, con los rencores hacia la represión… “Odio las transacionales” y “no quiero ser esclava de una de ellas”. Me sale lo rojo y mejor tomo vino para anclarme de una manera violenta a la tierra. Pienso en ese fuego blanco que se expande entre mis piernas cuando oscilo entre su boca y su voz. La afirmación vuelve. Hay un zen instantáneo, y no me importa ser roja, amarilla o anaranjada.
Pienso en el asilo que me invoca la institución filosófica… y me niego a abrir un libro, a devorarlo vorazmente con la intención de la comprensión. El placer del saber y las respuestas. Mi obsesión por el pensamiento. Mi bazo desmoronándose entre unas páginas de Hegel. La codicia de un ego que se mantiene oculto bajo el disfraz del escepticismo. El deseo de la eternidad, de la transmutación del tiempo, del nombre y la historia. Luego esa pierna temblando nuevamente. Simulo la torpeza. Y no entiendo nada. No quiero entender nada. Me robo un pedazo de tabaquería. ¡Al Diablo, al Diablo al diablo! Luego vuelvo a ver sus libros… y la tentación de la ciencia empieza a envenenarme. Nombres, fechas, descubrimientos…. Verdades. Y mi pierna sigue temblando… y no busco la narcosis textual…. Es cuando observo todos esos títulos de nobleza intelectual sin tiempo, sin tiempo, sin tiempo…. Tampoco quiero fumar cristal para escribir cinco libros en un año…. Tampoco.
Deseo un zazen instantáneo en la nada. No quiero salir. Print screen copy paste.
La cópula es extraña.
No imagino la procesión
justa de historias abandonadas
En delirios sin trazo alguno.
No hay línea, no hay geometría.
Todo se ha dislocado en una
Rizomatica que no encuentra
Representación alguna.
Estoy afuera del cuadro.
La cópula es extraña.
Rara la procesión en el desierto
Cuando el milagro habita
en cuerpos rasgados de mieles
blancas.
La caída es en el pecho de Mitra.
Rara la posesión de su muerte en la
mía. Allí el circulo carnal
lleva los esquemas del vació.
Un instante preciso latiga su objetividad.
No soy su amiga…soy y no soy.
Otra vez… la palabra muda en su cama.
Imagino su fuerza en la oscuridad.
Un intento de asesinato corto, deplora
En mi cabello cuando los cuervos
Me niegan su amistad.
Soy un capricho turbio que se dilata
En la hora de los besos nunca dados,
En la posesión irresuelta de su presencia.
La fuerza, la oscuridad, otra vez:
Un niño cuervo ha llegado a brindarme
Palabras vacías, repletas de conjeturas
Absolutas.
Imagino su fuerza en la oscuridad.
Hay una huella violeta rondando
Unos labios… el asesino me absuelve
De la enfermedad pirrónica. La nada
Me conmueve en sus ángulos dispersos.
Le deseo exceso y cordura…capricho,
Niño cuervo.
Nada tiene que ver el dolor con el dolor
nada tiene que ver la desesperación con la desesperación
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas
No hay nombres en la zona muda
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios,
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y éste no es más que otro modo de viciarlas.
La creatividad es la cualidad que pones en la actividad que estás haciendo. Es una actitud, un enfoque interior: cómo ves las cosas...
No todo el mundo puede ser un pintor, tampoco hay necesidad. Si todo el mundo se convirtiera en pintor, el mundo sería muy feo; sería difícil vivir. No todo el mundo puede ser un bailarín; tampoco hay necesidad. Sin embargo todo el mundo puede ser creativo.
Hagas lo que hagas, si lo haces gozosamente, si lo haces amorosamente, si el acto de hacerlo no es puramente económico, entonces es creativo. Si, debido a eso algo crece en tu interior, si te produce crecimiento, es espiritual, es creativo es divino. Te vuelves más divino a medida que te vuelves más creativo.
Todas las religiones del mundo han dicho que Dios es el creador. No sé si él es el creador o no; sin embargo sé una cosa: cuando más creativo te vuelvas, más divino te volverás. Cuando tu creatividad llega a un clímax, cuando toda tu vida se vuelve creativa, vives en Dios. Así que, él debe ser el creador, porque la gente que ha sido creativa ha estado muy cerca de él. Ama lo que hagas. ¡Sé meditativo mientras lo haces, sea lo que sea!
En una obra titulada La mejora del espíritu, Michael Faraday escribió los seis principios de su disciplina científica:
Algunas veces sucede que te vuelves uno, en algunos raros momentos. Observas el océano, lo tremendamente salvaje que es y de repente, olvidas tu división, tu esquizofrenia, te relajas. O, caminando por los Himalayas, viendo la nieve virgen de las cumbres de los Himalayas, de repente te rodea una quietud y no es necesario que seas falso, porque no hay otro ser humano ante el cual ser falso. Te sientes en armonía. O, escuchando una hermosa música te haces uno. Siempre que en cualquier situación te vuelves uno, una paz, una felicidad, una bendición te rodea, surge en ti: te sientes pleno. No es necesario esperar estos momentos: estos momentos pueden convertirse en tu vida natural. Estos momentos extraordinarios pueden volverse momentos ordinarios. Este es todo el esfuerzo del Zen. Tú puedes vivir una vida extraordinaria dentro de una vida ordinaria: cortar la madera, preparar la leña, llevar el agua del pozo; puedes estar tremendamente en paz contigo mismo. Limpiar el piso, preparar la comida, lavar la ropa... Puedes estar perfectamente en paz, porque el tema en su totalidad tiene que ver con llevar a cabo tu acción de forma total, disfrutando, gozando con ello.
Osho Dang Dang Doko Dang Chapter 3
La energía total ha tomado posesión de ti. Tú has sido poseído, tu ya no eres mas, lo es la totalidad.
En este momento, así como el silencio entra en ti, tu puedes entender su significado, porque es el mismo silencio que Gautama Buda experimentó. Es el mismo silencio que experimentó Chuang Tzu, Bodhidharma o Nansen... El sabor del silencio es el mismo.
Los tiempos cambian, pero la experiencia del silencio, la alegría permanece igual. Esa es la única cosa con la que tu puedes contar, la única cosa que nunca muere. Es la única cosa que tu puedes llamar tu verdadero ser.
Osho Zen: The Diamond Thunderbolt Chapter 1
La gente tiene miedo, tiene mucho miedo de aquellos que se conocen a sí mismos. Ellos tienen un cierto poder, una cierta aura y un cierto magnetismo, un carisma que puede sacar fuera de sus prisiones tradicionales a la gente joven y vital...
El hombre iluminado no puede ser esclavizado: esta es la dificultad. Y no puede ser encarcelado... Cada genio que ha conocido algo de lo interior, va a ser, con seguridad, difícil que sea dominado. Será una fuerza preocupante. Las masas no quieren ser perturbadas aún cuando puedan estar en la miseria. Están en la miseria pero están acostumbradas a ella y cualquiera que no sea miserable parece un extraño.
El hombre iluminado es el extraño más grande el mundo. Parece como si no perteneciese a nadie. Ninguna organización lo puede confinar ninguna comunidad, ninguna sociedad, ninguna nación.
Osho The Zen Manifesto: Freedom from Oneself Chapter 9
I
Hay una escena abierta que nunca se cierra. El taumaturgo se atraganta de claveles púrpura y epopeyas zurdas. No hay inquisiciones, tampoco estigmas. Mis muslos empiezan a engargolarse entre los labios de un cálido depredador de posturas infantiles.
Nos mentimos un poco. Distorsionamos la posición de las cervicales mediante el suave disimulo de un golpe hiperbólico y callado.
II
El lenguaje se ha vuelto privado. Hay códices y alguna nomenclatura sin descifrar. La narración no tiene límites. Un cometa se estrella en sus ojos en cada atardecer. Nos mentimos un poco. Huele a fruta.
III
Me robo un lunar de su sacro. Lo fermento suavemente con mi yugular pretendiendo aunarlo al preámbulo onírico de esta noche. La ecuación no termina de envenenarme. Pretendo una estancia permanente.
IV
He tenido la certeza de los delirios más extravagantes. La saciedad ha sido mi compañera íntima. No he escatimo las distancias. No hay incongruencias. Algunos silogismos se calcinan en vacilaciones de escaramuzas con fuego blanco. Vulcanizo la paciencia cuando mi temporalidad desencaja de su pretensión absoluta. Luego la desecho. Después las pretensiones absuelven la frecuencia meditativa. Hay una mentira menor.
A menos que abandones tu personalidad, no serás capaz de encontrar tu individualidad. La individualidad la proporciona la existencia; la personalidad es impuesta por la sociedad. La personalidad es una conveniencia social.
Osho One Seed Makes the Whole Earth Green Chapter 4
Rompimiento |
Transformar las depresiones en rompimientos es toda la función de un maestro. El sicoterapista simplemente té remenda. Esa es su función. El no está ahí para transformarte. Tú necesitas una meta-sicología, la sicología de los budas. Osho Walking in Zen, Sitting in Zen Chapter 1 |
La semilla no puede saber qué va a suceder, la semilla nunca ha conocido la flor. Y la semilla no puede siquiera creer que tiene el potencial de convertirse en una hermosa flor. El camino es largo, y siempre es más seguro no recorrer ese camino porque el trayecto es desconocido, nada está garantizado.
Nada puede ser garantizado. Mil y uno son los riesgos del camino, son muchos los escollos – y la semilla está segura, escondida dentro de una dura coraza. Pero la semilla lo intenta, hace un esfuerzo, tira la dura concha que es su propia seguridad y comienza a moverse. Inmediatamente la lucha comienza: la lucha con la tierra, con las piedras, con las rocas. Y la semilla era muy dura y el brote será muy, muy suave y los peligros serán muchos.
No había peligro para la semilla, la semilla podía haber sobrevivido por milenios, pero para el brote los peligros son muchos. Pero el retoño emprende hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué. Enorme es la cruz que ha de cargarse, pero la semilla posee un sueño y la semilla se mueve.
El mismo camino es para el hombre. Es arduo. Mucho valor se necesitará.
Osho Dang Dang Doko Dang Chapter 4
Fui recorriendo una a una las posibilidades. Los juegos de memoria, besos e imprudencias. Me percato de la cópula luminosa que animaba nuestros juegos. Desafiando los caminos insensatos. Postulando la incerteza de las fechas entre dos labios vacíos que intuyen la voracidad de la presencia.
Sin escatimar el peligro pretendía esbozarme entre las multitudes prosaicas. Esquivando mi optimismo. Pretendiendo desaparecer lo más rápido posible de la resonancia que vuelca a los cuerpos en las calles olor a vinagre. Para volver a ser desprendida de la geometría que ornamenta los sueños. Intentando invadir uno a uno los segundos de la co-pertenencia que se encaja en la sangre de un verano luctuoso.
¿Cómo no revivir el horizonte en sí? Es la pregunta que frecuenta mi escasa racionalidad. Estoy en todas partes; el universo me parece pequeño. Sigo atisbando la frecuencia de mi respiración hacia la zona cero. Sigues Aquí.
El cosmonauta.
Estuve explorando todo,
desde pirámides magnas
hasta establecimientos de comida rápida.
Todo desde fuera.
En ese sentido laberíntico te fui buscando,
rodando contigo películas imaginarias.
Ya partías con tus tacones mis santos,
destrozabas discos de vinil y no guitarras.
Deconstructora me hacías llegar el mensaje sin dedicatoria.
“Son palabras que no siento”, me decías
mientras ibas a merced del astrolabio.
Si te sabía fruta
rodeaba la atmósfera hasta encontrar el árbol.
Ya eras libélula entonces, volando lejos,
esquivando la neblina sobre algún lago.
Qué maldita era tu mueca para mí,
siendo que a tu mínimo capricho
yo habría dejado en tu bolso:
mis drogas, mi cráneo o mis cigarros.
Por eso era lo que era perdido allá,
en la intrascendencia, en el regazo estelar.
Estuve esperándote harto de insomnio;
sosteniendo con una mano tu bebida favorita,
con la otra apretaba la factura de los olvidados.
En ese trayecto laberíntico me fui aconsejando
probar menos ilusiones mayas, pero consumir más valiums.
Ya partías llena de luz
envuelta en aquel vestido caro.
Yo te prefería sin rimel,
y –claro- despojada del vestido azul;
y que aquellos ojos posaran sus parpadeos,
al menos un segundo de tu vida,
para el hombre del espacio.
Aparece el Deconstructor de la caja Kirlian. Ha venido a ausentarme de toda noción de Pirrononismo, aunque quizá, no sepa siquiera de su existencia. El tono lúdico se apropia de mi corteza cerebral desproporcionándolo en suaves golpes hacia un no-lugar. Hoy por ejemplo, decidí repetir el acto poético que detonó sobre mi brazo la semana pasada. El sol desaparece. Empiezo a girar mi lengua en una velocidad lenta de izquierda a derecha. Toco la zona exacta de mi piel donde dejó la mordedura. Vuelco mi boca de una manera descarada y presiono sobre la cicatriz. Me muerdo. La huella resucita.
¿Qué extraña resulta mi reencarnación? Hoy tuve la necesidad de ver arrojada múltiples de mis imágenes de vida en el ordenador. Mi primera cara de niña vanidosa y mimada, hasta la mujer de veintiocho años que soy en este momento. Volví a sentir esa melancolía infantil que se infiltraba en mi mirada en la ausencia de padre. Hoy esa misma ausencia se repite bajo otras circunstancias. Y la cara no es igual. Todos los edipos de mi vida han cincelado mi rostro de una u otra manera. Note por ejemplo, como desde una simple pose infantil marginaba a hermana menor y se empezaban a formar mis primeras dotes de arrogancia. Esa arrogancia con la que he sobrevivido bastantes momentos y hundido al mismo tiempo. La vanidad de portar la bandera nacional en dos ocasiones. ¡Qué ridiculez! Sin embargo, cuan importante fué en ese instante.
Recuerdo exactamente el día de la decepción que me llevó a refugiarme en la filosofía.
También recuerdo toda la gloria que me ha extasiado hasta el borde de la misantropía y otro tipo de poses. Reencarnación extraña, muy extraña por cierto.
!Que maravilloso es querer ser alguien en este mundo! Cualquier título, variedad de pantomimas esbozándose en las perspectivas del ser superficial, ese deseo de arraigar el nombre a la mayor velocidad posible. El descaro de querer guiar a los demás y emitir consejos en panfletos o poesías. Claro, estamos en el tiempo de los poetas. Todo mundo quiere ser poeta y se siente poeta porque narra como se baja una puta gallina de un camión y luego es atropellada en la frontera. Esa palabrita de tan moda. Si podrán decir que estoy enojada, neurótica, esquizofrenica, envidiosa, o cualquier otra denotación al respecto.
Tener una función social en el mundo denota cierto funcionalismo espiritual del ser acontecido en la lewenswelth. Se tiene la responsabilidad de acceder al mundo de la vida con una iniciativa de fortaleza para que el espíritu alcance la plenitud de un modo libre y sin atadura alguna. La escritura es un arma revolucionaria. Se escribe para transgredir para abolir el situacionismo adverso que se coagula en los horizontes globales debido a la desigualdad y a las bajas pasiones del alma. Algo positivo.
Lo único que sé es que todas esas personitas entesitos mundanos encargados de las funciones del estado. Políticos. Tienen mal karma muy mal karma. Por langaros y raterillos. Pero bueno uno se cansa de leer los periódicos y ver siempre la misma situación. La realidad es que están desviados de su sendilla espiritual. La religión que profesan es chafa y realmente precaria. Así que puedo decir muy poco al respecto. Reencarnarán en un ser hediondo y virulento en un planeta donde se encuentra todo lo que aborrecen. Su castiguito como tanto ustedes lo profesan. Bueno pero por algo están en el mundo. No se les puede aborrecer, ni juzgar…. epoje forzada. Tatoamasi. Si yo soy tu. Esta fellito comprender eso de la totalidad y perdida del yo. Cualquier entesillo politicoide es de mi misma naturaleza espiritual. No. Tambien es como yo. Y si lo juzgo y denuncio me estoy haciendo dañito a mi. Otra vez, que feo.
Podrán decir que me ponga a hacer algo productivo. Que hable de política, de la situación del país, del mundo, de los grandes descubrimientos científicos, del ciberespacio…feminismo-femicidios. De los ismos. Y es aquí cuando me doy cuenta de cómo es casi imposible evitar ese sentimiento de Pessoa en tabaquería. Mira querido siguen los mismos discursitos valines en las universidades. Sólo que ahora algunos estudian filosofía o literatura odiando lo que significa el acto de investigar en si o encontrar alguna verdad o enajenarse un rato en las grandes obras de esas mentes magnificientes. Se llenan los banquitos y a nadie le importa el problema del Ser. Nos dicen que abandonemos el nihilismo. Pero no tenemos el suficiente ego para sentirnos rockstars urbanos y preferimos quedar en el anonimato. AJA! Continuará….
Extraño escribirle cartas. La sensibilidad aunque fuera ficticia mantenía mi espíritu en cierta línea de vitalidad y expansión voluptuosa. No sé que tan cursis serían todas esas cartas de las que nunca recibía respuesta, pero intuía silenciosamente que le causaban cierto placer y bienestar. Nunca las rechazó y nunca nos rechazamos. El día que decidí no escribirlas fue porque el acontecimiento empezaba a volverse una costumbre y empezaba a perder su espontaneidad. No sé porque tengo la sospecha de que usted aún las conserva. Siento nostalgia por no tener ese sentimiento que me arrojaba en canciones amarillas y esas frutas raras que acostumbra mencionar. Usted quizá mandaba las cartas hacia otro remitente y tampoco le contestaban. No importa, el sentimiento mutuo circulaba por los horizontes más desconocidos y seguramente su destinataria sentía el mismo regodeo de recibirlas y no contestarlas. Hoy ni siquiera me atrevo a mandársela a su correo electrónico. Deseo recuperar esa frecuencia más no estoy segura si debo seguir perpetuando el mismo personaje. De cualquier manera le agradezco todos esos instantes de realidad pura en el que el anonimato tendió a vencernos en una honestidad absoluta. Al fin pude despertar toda greñuda con mi pijama fea y sentir que la mascarada no tenia sentido… Escribo esto porque mi corazón ha estado en letargo y necesita un poco de resurrección. Hasta pronto.
La experiencia mística me remitía al espejo de un momento. La primera vez que entre al cubículo del zazein, fué para desterrarme de esas visiones cuadrangulares, que apaciguaban mi alma entre el discurso de la estética tradicional y la destreza del azar. “La cabeza del gigante” que me acompañaba disfrutaba de la misma sintonía: Tomar los pinceles, e invocar el acontecimiento mágico. Sólo era una cuestión de trance, una petición, una oración hacia lo que el llamaba su “yo trascendental”, pero no a la manera de Kant, sino al estilo de algunas sectas destinadas a los cielos blancos. Le gustaba exorcizarse sobre papel tipo tortilla con lápices de carbón marrón. Luego empapando su deseo con una suave vibración de su vena predilecta (yugular), empieza a jugarse en la laberíntica extirpación de sus traumas.
Hoy la cura se vuelve imprescindible. Las estacas que han acribillado la voluntad en su
más nimia presencia ha dejado de revelarme el abominable entusiasmo de la duda. La fe
vuelve a atosigarme en los discursos. Todos aconsejan esperanza. Galopa la certeza en la tangente de mis sueños. Me han regalado miles de tesoros acantonados con finas fieras del Leteo. La sucursal de la vuelta atrás aterriza en un calendario impreciso en donde la palabra tiempo no esboza significado alguno. No he inventado ninguna historia de amor; ni imprecisa ni con tonalidades de verdad. Escribiré un libro balín y moriré en paz.
Ensayo sobre la incoherencia.
Conseguí el veneno; no dejé un solo rasgo de él.
Lo devoré todo, hasta el hartazgo.
El descenso fue lento, lo recuerdo.
Me carcomía lenta y placenteramente,
un amor maldito/bendito.
Respiraba sólo lo eterno.
Salí del desconcierto y comprendí el hastió
De la finalidad sin fin. Esa memoria y sus demonios.
Proseguí con el espíritu insumiso en aquello
Que es inagotable pero insuficiente.
Ya no es vida, es camino a seguir.
Lo comprendí todo. No tuve miedo, el peligro
Me seducía como una daga que ironiza el vientre
Sin todo. Y así, en la nada, volví a aniquilarte,
Hasta poseerte todo y blasfemarte en un punto.
En el mismo punto. Fué delicioso.
Sin embargo, te desvanecías, te extrañaba y te deseaba.
Te fuiste, me quede ahí. En ese mismo cuarto
Pasaban las horas y me embriagaba con tu recuerdo,
Me hundí en tus blasfemias. Renací en el fuego
Que dejo tu ser efímero y mi corazón estallo
En mil pedazos sólo para seguir amándote
Cada día más y cada minuto te odiaba más.
Y te deseaba tanto que decidí aniquilarte.
Descubrí que el objetivo era inerme para la
realidad, continué como la historia de la que no
hacen los hombres, sino la voluntad del sentimiento
que nunca descansa, perteneciente al transcurso
que sobrepasa el objetivo de la existencia y
lo remite al fundamento infundamentable.
Me atasque de los conceptos. Fue entonces cuando
Comprendí lo incomprensible. Y volví a poseerte.
La circunfranavegacion de la muerte se hizo latente.
Un tiempo ahistorico empezó a desmitificarme.
Tu nombre y el mió fueron los mismos.
La tentación… de existir trajo a un tercero, un intruso
El desconocido vino y te clavo la navaja del odio
Y me destruí hasta ver que renaciste en mi interior
Superfluo y humano, demasiado humano.
En occidente el cuerpo es el gran desconocido. Totalmente de acuerdo: se reduce a mero discurso. Se ha recurrido a dicho "concepto" solo para querer desmoronar el aire de la metafísica. Intento que no se ha logrado porque queda reducido a meros alucines. Son pocos los intelectuales que tienen un conocimiento profundo de su cuerpo por eso no pueden hablar de èl al modo de los orientales. Todo se queda en la energía más lenta, es decir, la del pensamiento. El centro físico queda relegado a sus funciones más bàsicas. El chacra raíz esta tapada en la mayoría de los pensadores porque solo dirigen su energía en la cabeza. Por eso las jorobas, los malestares y el uso recurrente a las drogas. Fuman cristal u otras sustancias para publicar libros y libros a lo baboso. Nunca aparece el cuerpo. Pues para conocerlo se tiene que empezar a respirar por cada uno de los centros energéticos y eso se consigue con una disciplina ardua de por vida. Quizá un intelectual que logre detener su eyaculaciòn durante el acto sexual y practicar algo de tantra pueda hablar del cuerpo.
Por el momento permanezcamos en silencio y corramos a subir montañas. Desintoxiquemos de occidente.