Monday, May 29, 2006

Algo intelectualoide.

Baudrillard: “En realidad, el bien se halla en la clara oposición entre el bien y el mal. El mal está en la indiferenciación de los dos. En tanto que el bien y el mal puedan relacionarse, estando dialécticamente unidos el uno al otro, permanecemos en el universo del bien”. Ya no hay mal, lo malvado ha desaparecido por la indiferenciación. Camino hacia la oscuridad. Camino hacia uno mismo. ¿Acaso, hay algo más oscuro que el yo?. Ya no me acuerdo que dijo el Omar de las gentes que critican las drogas sin consumirlas. Creo es algo así. “Actualmente vemos a muchas buenas personas erigirse en profetas de la miseria, pero a nadie se le ocurre formular el mal”. Dice el Pakito que ya no hay nada. Otra vez: Palashk, palashk.
Conclusión.
Hay veces que las auras brillan en abundancia, ¿no sé si es debido a que practica algún tipo de ascetismo, ó juega básquet ball.? ¿Sigue subiendo el cerro? ¿De donde sale tanta energía? Así nacemos. También se puede multiplicar, uno puede volverse peligroso. Tentación. Se sabe que una maldición proveniente de una persona con un campo energético expandido, puede producir convulsiones en el otro. Hay algunos que tiran las palabras con más fuerza que otros. Vivimos en distintas evoluciones energéticas. Como dicen esos libros de cuarenta pesos que venden en el sanborns, a los que nadie toma en cuenta, por carecer de legimitación. Jijijiji. El educador con el aura expandida. Cuidar las palabras. Esa es una de las explicaciones. Silencio, aquí nadie dijo nada.

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Siempre he intuido que la muerte es una mentira. Sino, ¿cómo es que te conozco? Esa vez que apareciste, no era la primera vez. Te lleve cargando como si fuera tu madre por un puente, lo atravesamos, fué la última vez que nos vimos no sé, en cuál país ni en qué siglo. Lo primero fue Borges, nos extasiaba su inteligencia.

“Cuando los seres humanos eligieron la Tierra como planeta de evolución no pensaban solamente en los obstáculos; sabían que los obstáculos significarían conquistar grados internos de luz, despertar capacidades latentes y preparase para ser ciudadanos del Universo”

Pensabas que era la misma mujer, usas demasiado la palabra “lo mismo”. Después ya no era la madre, ya no sabíamos que hacer con Edipo. Lo asesinamos, asesinando nuestro propio deseo por medio de una soberbia y una melancolía exacerbada. Luego, nos sentimos curados y los cuentos comienzan. Segundo capítulo.

Sin el lector.

Para alejarme de mis pensamientos abstractos, empezaré a dibujar la imagen del escenario conciso de ese sentimiento. Era una fábula larga, como esa que empezamos a dibujar cuando levantamos uvas en el cielo, y luego las tragamos con el afán de limarnos la conciencia. Sé qué sigo en lo abstracto y que tengo que dar una escenografita correcta. Habitaciones, territorios, espacio… -quizá- Lo tengo, fué ese instante en que decidí borrarme toda entera para no repetirte otra vez.

Hay tres espejos formando una pirámide, colocadas todas con la punta hacia arriba, un licor enterrado con los sueños más exuberantes… Hay en fin esa imagen:

El circulo de pasto que centra la paideia con sus canastos de pasto, esta todo lleno de cuerpos desnudos sonriéndose mutuamente por el aroma disipado por la acumulación del sexo. Un hombre con axila de flores me muestra la ruta que ha estado repitiendo en sus últimos viajes por el fondo de su corazón. “Jamás experimente tanto su esquizofrenia, como estos días”.

Pies pequenos.

La de los pies pequeños sigue dormida eternamente entre sus cabelleras rubias, con la mirada perdida en un horizonte que desafía las conclusiones de una lógica simbólica, que le ha otorgado la oportunidad de reconciliarse consigo misma. Esas mañanas perdidas en sueños prolongados desde una bacanal triangular, con rubíes y perlas de serpiente, le han sacudido el declive de la “depresión”. Son esas teorías freudianas las que la arraigan a la misma sintomatología: llamadas en espera, desplantes y desplomos de lobos que no cicatrizan su pecho contra su pecho, delirios con madres que se vengan con claveles japoneses.

El nino brilante

El niño brillante y la tímida aureola de su pelo, sacuden las estructuras mentales de una reflexiva tarde con sabor a azafrán. La ha llamado “sencilla”, provocándole una fascinación un poco perversa. Sólo un poco. Bailar como robot, sigue siendo la pronunciación de una alquimia imprevisible, en donde los atuendos de los huesos, se pliegan en una ionización prolongada, cuando los ojos se ven por un lado, con el brillo invadiendo una bacanal inagotable. Sin fecha.

Monday, May 22, 2006

Ortografia.

Hoy después de quince mil noches en ayuno, el contraste que se difumino en ese aliento de otoño, ha despertado para acribillar toda su aversión al intelecto, con leches y quesos de manzana. Fui a buscarte, cuando la noción de nostalgia empezaba a apoderarse de mis anclas con la nomenclatura: “mascarada”. No estabas –aparentemente-. Te vi en las avenidas, en busca de una explicación para adherirte al mundo moderno, así tal cual es: con su salvajismo columpiandase como una escopeta entre nuestros deseos. Eres tan idealista que odias toda concepción material de lo mundano, los hábitos de la lujuria capital, detestan tu más incauta resolución. Luego vuelves a lloverte sobre ti mismo y es otra vez esa tentación de arrancarte los silogismos. La música empieza a mezclarse, ya no son las mismas tinieblas. Ahora los has metido lentamente en un féretro con soles rayados de un azafrán celta que pretende pulirte las venas. Los sonidos medievales se tapizan con sonidos de un dolor carnal, que empieza a flagelarse con cantos de dragones y sirenas ciegas. ¿Cuántas veces has tocado el mismo límite? ¿Cuántas veces ha emergido el corazón de esas cuchillas? Es cuando el gusto por la magia termina seduciéndote entre cuerdas que ligan a una epígrafe que se ha dilatado de una montana pagana:

-Últimamente uso demasiado la palabra vacuidad.

-Mira ya no pongo comas antes y después de los paréntesis.

(No hay dialogo, por lo tanto la comunicación es un engaño).

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La niebla hace agujeros

sangrientos en su corazón; y la

naturaleza heriatica de mis

respuestas le permiten un sueño

blando.

No escribo como tu.

Lo feliz se vuelve adicción y se ontologiza en esas conversaciones en donde la toxicidad de nuestras palabras, cae en la trampa de la comunicación. El entendimiento se prolonga en silencios sin planeación alguna, pues esta burbuja temporal se ha geometrizado por vortices de nombres y títulos compartidos. ¿Y que otro vicio si no es la letra?.

Blanca como la leche.

Tengo flores y lodo.

Monday, May 15, 2006

A salvo.

Estoy enamorada y qué!. Ya no le tengo miedo al amor.
Uh yeah!

Monday, May 01, 2006

Invitación a oriente.

(Escribir un cuento con soluciones parecía ser un ejercicio banal dentro del orden consuetudinario de los prejuicios que contenían a la esclavitud de mi conciencia.)

Luz. Mirva de Acuario estaba sometida a un entrenamiento mental en el cual tenia que vencer la condición “reacción”. Aquella que nos somete cada vez que no encontramos una desición libre de las ataduras de la moral, esto es, cuando respondemos a la manera behaviorista; impidiendo la condición de elección. Esa bruma bacanal la embarco hacia un espacio plegado de nubes aleatorias, que coronaban su hilo espectral a la manera de los dravidas. Describiré el escenario:

Dos gatos blancos sobre sus muslos desnudos lamían lentamente los signos de interrogación que aún sacudían sus gramaticidad recta. Luego girando la lengua en forma circular le insinuaban el final del círculo vicioso. Las alfombras de ese palacio imaginario, estaban barnizadas de uvas solares; de esas que se absorben en las veladas de lunas cortas en las iniciaciones kerevadicas. Un matriarcado ingenuo aún seduce a su conciencia en los inviernos.

Pacto nulificado.

-No tengo derecho a decirte quien eres. Pues cualquier especulación respecto a tu identidad solamente reafirmaría tu mascarada en curso. Y recuerda lo que conversamos esa tarde de placeres lentos y suaves. Silenciándonos el alma dejamos de ser animal para ser lo oculto, y permanecer en la bocanada del secreto. Deseo cero. Siempre hemos sido lo indecible. Te puedo tocar la espalda poco a poco hasta que ya no sientas repulsión.

Cuando tengo que esconder el cuerpo y todos esos bramidos de mándalas arcaicos, sólo para no despojarlos de ese fundamento que les guía la conciencia. Con sólo un gemido podemos conocer el infinito, así sin fenómeno alguno. Tan solo con el grito tal cual es. Regresando seis líneas hacia arriba: no tengo derecho a decirte quién eres. Decir que una persona es de tal o cual manera es violar la inocencia del devenir, es adjudicarles un carácter moral a su patología en curso e involucrarlos en una lingüística profana que solo sirve para concretizar el sueno aristotélico: concepto fijo. No puedo decir quien eres, puedo inventar quien eres. Es una lujuria artística que da la oportunidad de cometer el asesinato del “yo” de una manera tramposa. Pero esa trampa no es ajena a las exquisiteces del espíritu, por el contrario, denota una alta alquimia trascendental, en el supuesto de que todos tenemos derecho a desear el satori, al menos desde nuestra fantasía occidental. Acercarse a lo oriental desde la perspectiva de la “diferencia”, al principio presupone una occidentalización de la contradicción. Es el deseo del afuera con la abolición de la paradoja, o bien, con su sacralización. Corroer el espíritu por esos esfuerzos, denota el mínimo de comprensión del “teatro de la crueldad”, tal como lo entiende Artaud, no obstante, la desmascaralización deviene desnuda en el momento en el que la personalidad deja de desconfiar en la imposición de oriente como una nueva ideología. Oriente no es una ideología porque ideología presupone estar inmersos en un pensamiento metafísico, tal y como se le entiende, en la tradición en donde el pensar no es posible tal y como lo pensó Heidegger.

¿Por qué hay una desconfianza por lo oriental? Será porque lo más profundo se disfraza de lo más banal tal y como sucede con los libros de Nietzsche que están demasiado accesibles.

Te invito al poco oriente que conozco, desde mis primeros despojos del pensamiento, hasta las confusiones que he decidido cortar de una vez por todas. Así, con el amor libre, tal cual es: sin pedir nada a cambio. Quizá al menos una presencia. O quizá ni eso.




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