Friday, August 27, 2010

[minificciones cuànticas]

La última vez que converse con la taza del baño. Desconfiaba de la arrogancia de la palabra innovación. Miles de discursos sobre premios recién obtenidos eran derramados sobre las nalgas del sanitario. Entonces un concepto brillante sobre humildad me desvanecía cualquier entusiasmo argumentativo. Patinaba sobre los ladrillitos de alguna arquitectura taoísta. Y bailaba entre las mejores conferencias de cómo ser un líder emprendedor. Cinco días después de enamorarme del silencio de la taza del baño. Logré entender a la raza de los iluminados. Me reconcilie con los discursos feministas. Fui capaz de conciliarme con cualquier discurso de analfabestia cuya gran frase del día decía: ¿Para qué sirve leer? Insisto: ya no me molestaba nada. Fue así como adquirí el hábito de platicar con la taza del baño. Y sentir un poco de ternura por los analfabestias.

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