clases.

El otro día, durante clase, leíamos los ángeles de Swedenborg de Borges, y alguien me preguntó sobre el significado de la palabra ascesis. De inmediato, recordé un libro de Evola, donde explica la raíz sanscrita de la misma. Luego, quien sabe qué pasó en mi cerebro, y empecé a hablar de San Agustín. Un éxtasis extraño se apoderó de mi conciencia durante la clase. Los alumnos me miraron con rareza. Sin embargo, cuando este tipo de narrativas se proyectan durante la impartición de cualquier materia, siento que vale la pena estar en ese lugar. No me gusta ningún rasgo mecanicista para enseñar. Si me preguntan de cualquier otra cosa, siempre trato de hilarlo hacia la disciplina del momento. Por ejemplo, cuando les enseño a los de psicología, procuro que no se queden solamente con el conglomerado teórico de la clínica. Algunas veces les pongo a leer a Jung, otras a Wilhem Reich. En fin, soy muy feliz dando clases.