Hace tiempo tome un poco de distancia de la filosofía. No la culpo ni la glorifico. Recuerdo los primeros cursos en la universidad, el entusiasmo de devorar los textos una y otra vez; buscando una explicación convincente del universo. Esas primeras discusiones con la “librido” y nuestras pequeñas interpretaciones eran suficientes para extasiarnos el resto de los días. Hasta que llegamos al límite del discurso y la sedación fue desapareciendo. Algunos hermanos como “O” y “F” también llegaron al abismo. Recibiéndolo con beneplácito. Sólo algunos gozan de ese placer. Otros mejor le dan la vuelta y se casan rápidamente con cualquier ideología para no sentir el caos. Por eso los verdaderos amantes de la filosofía son aquellos que se sumergen en el sin-sentido de la misma; sintiéndola en carne propia en la vida que experimentan en cada acontecer. El que no se haya arrojado al precipicio podrá seguir leyendo y leyendo pero jamás conocerá y tendrá la dicha de atravesar las puertas del Hades. Será un intelectualillo cualquiera con bastantes lecturas y libros porque jamás habrá entendido el Tao. No quiero ser uno de ellos.
1 comment:
El Tao me parecerá siempre que es nuestro maestro "F.L.", y lo siento, como dice mi madre, no puedo despersonalizar nada porque no hay cosa que no perciba sin pasar sobre mi, o debajo de mi. Sin embargo parece que el fin de la sedación es una especie de "darse cuenta".
Hoy pensaba, precisamente, en que la vida es tan intensa, y que nuestras vidas, las de todos, han sido tan diferentes, no obstante lo filósofos, no escapamos del devenir. Hoy también intentaba practicar una respiración poderosa, que me llevara a esos días en que comenzabamos a descubrir la crueldad de algunas risas, algunos olvidos...
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