El Padre Bourdin suponía que, según Descartes, no era posible dudar de las cosas ciertas, ya se esté dormido o demente. Por relación a una certidumbre fundada el hecho de soñar o de delirar no resultaría pertinente. Ahora bien, a esta interpretación responde Descartes de una manera muy explícita: “No me acuerdo de haber dicho nada de ello, ni siquiera de haber soñado al dormir.” En efecto: nada puede ser concebido clara y distintamente que no sea cierto (y a este nivel, el problema de saber si quien concibe sueña o delira no se encuentra siquiera planteado). Pero, añade inmediatamente Descartes, ¿quién puede distinguir “lo que es claramente concebido y lo que sólo parece serlo”? ¿Quién, pues, como sujeto pensante y meditante puede saber si sabe claramente o no? ¿Quién, pues, es capaz de no hacerse ilusiones sobre su propia certidumbre, y de no dejársela imponer, sino precisamente aquellos que no están locos? Aquellos que son “sabios”. Y Descartes añade, irónicamente, pensando en el Padre Bourdin: “Pero, como sólo corresponde a las personas sabias distinguir entre lo que es claramente concebido y lo que sólo parece serlo, no me sorprende que ese buen hombre tome aquí lo uno por lo otro.”
Michel Foucault
Mi cuerpo, ese papel, ese fuego
Michel Foucault
Mi cuerpo, ese papel, ese fuego
No comments:
Post a Comment