Monday, May 22, 2006

Ortografia.

Hoy después de quince mil noches en ayuno, el contraste que se difumino en ese aliento de otoño, ha despertado para acribillar toda su aversión al intelecto, con leches y quesos de manzana. Fui a buscarte, cuando la noción de nostalgia empezaba a apoderarse de mis anclas con la nomenclatura: “mascarada”. No estabas –aparentemente-. Te vi en las avenidas, en busca de una explicación para adherirte al mundo moderno, así tal cual es: con su salvajismo columpiandase como una escopeta entre nuestros deseos. Eres tan idealista que odias toda concepción material de lo mundano, los hábitos de la lujuria capital, detestan tu más incauta resolución. Luego vuelves a lloverte sobre ti mismo y es otra vez esa tentación de arrancarte los silogismos. La música empieza a mezclarse, ya no son las mismas tinieblas. Ahora los has metido lentamente en un féretro con soles rayados de un azafrán celta que pretende pulirte las venas. Los sonidos medievales se tapizan con sonidos de un dolor carnal, que empieza a flagelarse con cantos de dragones y sirenas ciegas. ¿Cuántas veces has tocado el mismo límite? ¿Cuántas veces ha emergido el corazón de esas cuchillas? Es cuando el gusto por la magia termina seduciéndote entre cuerdas que ligan a una epígrafe que se ha dilatado de una montana pagana:

-Últimamente uso demasiado la palabra vacuidad.

-Mira ya no pongo comas antes y después de los paréntesis.

(No hay dialogo, por lo tanto la comunicación es un engaño).

1 comment:

Sidharta Ochoa said...

Me gusta mas la Karla enamorada!




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