Tomo cafeína y barita carbónica a la treinta. Y percibo todos los amores de mi vida en una sola
sensación. Agradezco a mí misma no ser una pseudo-feminista rencorosa con padre castrado.
Me gusta morderme mujer con hombre. Lamerme en dualidad eclipse con vértebras de soles
desquiciados por la simpleza de un infortunio arcaico. Me gusto yo y no hay otra. Se engaña mi
ego. Me beso yo y no hay otra. Se pudre mi unicidad. Me paro a mi misma y siempre hay otras.
Me vinculo con la blasfemia. Me hilvano entre monumentos de mi hacia mi. Y sale una dormida.
Se hace una tormenta en mi ùtero cuando me contengo a mi misma. Se revientan los amigos. Me
confecciono entre engaños pequeños. Y explota mi nombre entre el hervidero de monotonías de
leopardo con lengua desnuda en oriente. Me interpreto como discurso. Y confundo los violines
con las gaviotas oxidadas por la excentricidad de una tierra sin luna. Me deprimo entre las
imágenes de los niños hambrientos y abandonados. Y evado mi mirada hacia el cielo. Pienso en
los errores de Dios e inmediatamente suelto un argumento sobre transmigración pitagórica para
olvidarme de las escenas. Mi escena se entrega entera al precipicio de las lagunas pariendo soles
verticales con auras de delfín en percepción absoluta. Me tapizo con huesos de haikus
abandonados en la calle. Recuerdo el frasco. Inhalo barita carbónica a la treinta con haikus.
Luego. Me concibo astrológicamente. Me trago mal a mi misma. No logrando digerir
repentinamente actos como el no darle una moneda al señor que se ve muy mal por no tener
barita carbónica a la treinta y música electrónica con cafeína y todas esas cosas que contiene mi
botiquín ultra-molecular para no percibir su dolor ajeno y volver a interpretarlo con
explicaciones sobre monadas leibnizianas y argumentos sobre reencarnación. No imagino su vida
pasada en un ser deplorable como tipo presidente mexicano o señora endiablada por dinero
robado de textualidades educativas que no triunfan y no llegan a ningún lado más que a ese
placer tan excesivamente nazie de algunas señoras que juegan a ser dueñas del mundo. Y lo más
maravilloso que tienen son senos operados y fotografías muy lindas en primera plana en revista
de señor millonario capitalista y ultra global. Y de nuevo me enojo con Dios. Y para no sentir el
enojo y desgarro de toda esa politiquería barata que pocas veces presto atención. Me vuelvo a mi
misma otra vez: sobre los siglos los siglos y las vidas vidas que han sido. Entonces huele a perro
muerto y atropellado en la carretera. Y siento lastima; y para olvidarla otra vez pienso que fue
un señor malo presidente corrupto de cualquier país periférico y ancestral. ¿Qué seria de todos
aquellos tiranos y patéticos monarcas? No me importa.
Y me beso a mi misma y ya no como menciono ni pienso.---------------------------
Dibujo logias curativas, consumo barita carbonica a la treinta, yo tengo mucha barita. ¿Quiere usted?
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