Friday, July 09, 2010

en respuesta a sabios y sabias.

Sabiduría y complejidad.

Hay una frase en el tao te king que afirma: “____________”. En occidente pensamos lo contrario. Confundimos lo qué es la sabiduría o nos importa poco. El utilitarismo ha contaminado la noción de conocimiento para alcanzar la plenitud existencial. Ha desvanecido las raíces mismas de nuestra cosmovisión originaria. Sin crear una conexión entre conocer para trascender y el compartir gratuito.

Exceso de debates poco profundos en los círculos académicos, discursos muy bien armados y sumamente redituables. Sin embargo, como sociedad cada día estamos peor y allí están las cifras. Lo cual revela que aún no existe un vínculo directo entre los discursos y la renovación corporal-espiritual de los humanos.

El conocimiento que no se ejerce directamente sobre la paranoia y vanidad del hombre actual no sirve de nada. Ambas “mascaras” son solamente rasgos esenciales del fascismo y cualquier otra denotación de poder. En el Antiedipo Deleuze y Guattari meditaron sobre la necesidad de eliminar el fascismo de nuestras vidas. Su propuesta va encaminada a ese dejar de ser egoístas, y desvanecer poco a poco toda esa coraza de fragmentación y divisionismo dictatorial que sólo entorpece la vida.

Por esa misma época la teoría de sistemas retomó las ideas de Plotino sobre la interconexión, el uno y el todo con cualquier criatura existente en el universo. Logrando poner en el transito cognoscitivo de los humanos esa percepción de totalidad. Noción que en ocasiones sólo se piensa como discurso, debido a su difícil practicidad –toda nuestra estructura vivencial está contaminada por el mecanicismo-

La práctica de lo complejo es una interiorización alerta de un vivir en otra frecuencia. Ritmo que no se encuentra vitrificado entre las escalas del mecanicismo racionalista, sino por el contrario, es un vitalismo que pone en práctica la vivencia desde el universo quántico que lo rodea. La frecuencia de lo complejo es sabiduría.

Desde la hermeneusis de lo complejo el artista “mas cool del planeta” no es aquel que está en primera plana luchando por legitimarse en el museo más prestigiado, ni en tratar de convencer a sus “colegas” de la valía de su acción- lo mismo para el científico-. Su verdadera aportación consiste precisamente en encaminar todo su instrumental, tanto teórico como empírico, a mecanismos de apertura en el cuerpo y pensamiento. A propagar la verdad como apertura e inocencia y no como objeto de poder, es decir, como mercancía.

El artista y el científico tienen que ser poseídos por la fuerza divina de lo complejo para poder crear obra, teorías o aplicaciones capaces de transformar la percepción y vivencia de los individuos. Otorgar imágenes de representación capaces de dislocar su rutina vivencial y asumir diferentes posturas en su forma de vibrar en el universo. Sin importar el medio por el que lo hagan. Tanto científico como artista han de saber actuar como sabios. La carencia de dicha concepción los obliga a la constante discusión conceptual sobre la actualidad o no actualidad de la obra, lucha dialógica que se queda centrado entre un pequeño núcleo de “contactos” que se legitiman entre ellos mismos. La obra de arte que se gesta desde la sabiduría no necesita ningún discurso que la respalde. Explota y hace explotar por si misma. Por el simple hecho de ser.

Al espectador marginado no le interesa si lo que está colgado en la pared del museo constituye alguna maravillosa ruptura dentro de la historia del arte universal. Tampoco si la ultra-contemporaneidad tecnológica de los últimos avances de la ciencia le sedará un poco de la paranoia e incertidumbre que sufre en las noches de hambruna. O en los momentos donde su integridad física es violada por la ignorancia acérrima de otro compañero de planeta. Son cosas que no existen en su mundo y jamás las integraría en su pensar cuando tiene otros horizontes por resolver.

Interiorizar la sabiduría desde la complejidad es una acción alerta que poco a poco toma dirección y prácticas de vida, a los que intervienen en el mundo con un brillo en la mirada y un caminar sin cargas. Sonríe instante a instante pues su vida es una metáfora compleja.

Fung Yung Lang ¿Cuál es la forma más alta de realización de que es capaz un hombre como hombre? Según la filosofía china, es nada menos que el sabio, y la más alta realización del sabio es la identificación del individuo como universo.



“Los sabios perfectos de la antigüedad eran tan sutiles, agudos y profundos que no podían ser conocidos. Puesto que no podían ser conocidos solo se puede intentar describirlos: Eran prudentes, como quien cruza un arroyo en invierno; cautos, como quien teme a sus vecinos por todos lados…”

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