Dejaré las obsesiones jerárquicas en un
cementerio solar: contemplar y ser visto, en el sentido de servir de ejemplo.
Contemplación. Llenos de confianza dirigimos la mirada. La copa de menta y el listón rojo. Nada detienen ya. Hemos
ascendido a las sonatas del mediterráneo con las córneas altas. Un luminario
digital nos detiene los brillos. Hermoso brillito de ojos. (Pensar es olvidar
diferencias, es generalizar, es abstraer.) Un diálogo de tres estrellas me está
invadiendo. La varita mágica de las letras portuguesas finge la paradoja de los
futuros. Nos amarramos la boca. En miel. La sangre boreal diseña conceptos de
naturaleza nouménica, mientras nos
devoramos, en un delfinario Zen. Sigo pensando que los delfinarios del
Pentagrama Fronterizo son un buen lugar para ascender. Que ni Berkely, ni
Harvad, ni Oxford. RA. TA. TA. Enseñan o aspiran a enseñar. Lo que “yo” vine a
mirar al Pentagrama Fronterizo. En Etruria, durante los siglos III y II a.c. se
elaboraban sarcófagos de terracota (como el sarcófago de los esposos del siglo
VI a.c.)
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo.
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo.
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo.
Mi
corazón
ha dejado de generar realidad virtual.
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