Al salir del car wash fijaba la mirada en la punta de algunos edificios y
pensaba: ¿a quién se le ocurre esforzarse tanto por construir o poseer tantas
propiedades? Sentí el absurdo de la posesión. También del hedonismo. Luego, intuía
que la base de la propiedad privada es ese afán de inmortalidad instantánea a través
del falso deleite que produce el creer que se tiene el poder o control sobre
algo o alguien y sentí bastante pereza al respecto. Enseguida, seguía manejando
e identificando el punto exacto de la percepción que explota por mi cuerpo
cuando vibro en una satisfacción suficiente. Entonces, a eso lo llamo el lapsus
metafórico de todos los días, es decir, es ese ideal vitalista que termina con todo deseo y me estanca en la
felicidad. De pronto, entonces, nada es necesario.
No comments:
Post a Comment