No es necesario difuminar lo sublime cuando
lo Uno se desboca en todo uno dos aquí. La tentación deviene en quimeras
renacentistas sobre tiempos preñados de bosques de niños y aforismos
afirmativos. Todo es cuestión de volar arriba uno del otro con el ala junta.
Con la mirada inamovible en esa certeza que se despliega en ese andar juntos
por el mundo. En ese Ser y estar así sin más.
La luz siempre acaricia los renglones.
La luz es siempre un buen lugar para morir.
La luz, esa, que alcanzamos al mirar los agujeros
en el mar. Carretera. Árboles escandinavos protegiendo la grandeza de esos
agujeros de tierra que devienen inconclusos como silogismos cubriendo nuestras pieles al revés. El espejario destierra las cicatrices de
eso que no debe estar aquí y en ninguna parte.
Ninguna parte todo es nada hoy.
Todos
los lunes son un buen día para escribir sobre su boca.
(Eso lo dijo el cielo)
luegodespuèseltiempo
Lo reescribo yo (también usted)
Tal vez, medito en algún lugar incierto
llamado
invierno en pleno siglo XXI.
Y usted dormirá, y yo lo cuidaré.
(…)
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