Friday, June 12, 2009

Amanecí pensando en Pitágoras. La vida monástica, el silencio como virtud; y toda una actitud hacia la vida, para poder decir algo significativo. Los sabios experimentaban diversos tipos de percepción vital, a partir de extensos periodos de encierro en lugares alejados. Para escucharse a sí mismos; y quizá para escuchar un poco. Hoy, no obstante, para decir algo se recurre a explorar los noticieros, o en otros casos, a debatir si alguien es más o menos original que otro. Vivo sin energía eléctrica hace algunos meses y estoy aprendiendo a mirar y a escuchar otras cosas de las que no me percataba antes. No sé cuanto tiempo voy a permanecer en ese estilo de habitar. Vivo muy feliz sin inventarme necesidades. Fausto juega alegremente en la oscuridad; y no le teme a nada. Es una manera sencilla de educarlo para la voluntad. Aquí dejo algo que encontré, respecto a la música y la harmonia:



Aristóteles nos dice que los pitagóricos afirmaban que "la tonalidad del universo era harmonia y número". El número, alude al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos del Cosmos, que es comparado con un inmenso teatro. La harmonia alude al sonido de los instrumentos afinados que hacen del Cosmos una orquesta sinfónica.

El efecto psíquico de la música parece ser aquí un elemento generador, en tanto que en las posteriores doctrinas musicales físico-matemáticas se atiende principalmente al hecho fisiológico de la impresión sensual para relacionarlo con las leyes generales de la acústica. Sin duda fue Pitágoras el iniciador de esta aplicación curativa y medicinal de la música.



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