Tuesday, November 18, 2008

III-uno

Capítulo cero menos tres.

Hoy tengo la paz de la infancia. Siento el absurdo de los textos. Lo imperecedero de los recuerdos. Quiero regresar al cerro. A la colonia popular. Construiré una casa de juguetes para Fausto. Confeccionaré sus juguetes con materiales reciclados. Tendremos nuestro propio zoológico. Un jardín ancestral. El próximo compañerito que nos cuide tendrá que ser un buen aprendiz de juegos infantiles. Sólo trabajaré tres días a la semana. Los demás días viviré en el juego perpetuo. Ludu Sein. Saldremos a pasear en bicicleta por la playa y a comprar comida para nuestros animalitos. No vale la pena tanto sacrificio. No creo en el sueño dorado del High land princes super plus plus kinder de cache; donde enseñan a balbucear en alemán. Iremos al kinder de la colonia popular. En verano iremos a Moscu porque Fausto y mama quieren gatear sobre la plaza roja. Es cuestión de ángulos.

Tengo que esperar la muerte y el doctorado desde el cerro de la colonia popular. No sé me ocurre investigar nada. He pensado en describir los atardeceres cuidadosamente. Poniendo atención al detalle. Descubrir palabras para absorber todas esas diminutas imágenes que se me escapan. Observarlo desde el columpio. Desde el triciclo. Desde todos esos cojines triangulares que coceré durante el invierno. Beberemos chocolate sobre la alfombra amarilla, y todos los días haremos un brebaje de romero para atraer la abundancia y la virtud a nuestras vidas.

Me gusta sentirme muerta y viejita. Sentir que has obtenido todo y que la vida no te debe nada. Ni le debes nada a nadie ni nadie te debe nada a ti. Todos somos pedacitos de fruta que algún día fuimos un sabor en la vida de ciertas personas. No se me ocurre convertirme en un búho blanco que ronronea oraciones durante luna llena. Mejor pienso en preparar las telas para tejer abundantes papalotes en cámara lenta.

Hoy voy a diseñar un vestido que he de portar si es que llego a vieja. Es un vestido blanco con violeta que portare el día que cumpla setenta años. Tambien tengo el bastón. El cual solo usaré como ornamento porque pienso ser una anciana elegante y sofisticada. Además que seguiré practicando yoga desde las 4 am porque no quiero ser una carga para nadie. Empiezo a escribir el testamento para Fausto y algunas cartas amorosas en agradecimiento a todas aquellas personas que me han amado en esta vida. Hay círculos que siempre quedan abiertos.

Hoy aprendí a rezar. A sentir la frecuencia perfecta de lo divino. No lo hacia desde que era niña. No sé si es el mismo Dios o he inventado otro Dios. No importa si es una ficción. Es la plenitud. Le he pedido disculpas por mis necedades y aferramientos. Me ha respondido que soy una humana. Si hay amores que no coinciden en tiempo y espacio no tengo porque enojarme. Recuerdo que la compañía es sólo un lujo. Por eso vuelvo a rezar y a rezar. Ya no quiero escribir más cartas. Todos los niños que quieran cuidar de Fausto y de K. son bienvenidos. También las niñas. Estoy a punto de dormir. Quiero soñar---- y seguir sintiendo lo ligero y eterno de este sentimiento. Quiero aprender más palabras para podérselos describir. Buena noche.

El diario de las nubes.
Fausto y K. han decidido hacer un libro sobre nubes. Haremos una convocatoria para que todas aquellas personas amantes de observar el cielo e imaginar dibujos con las nubes se unan a la exploración. No recuerdo el nombre de las nubes. Para Fausto las nubes no tienen nombre. Necesito palabras, muchas palabras para poderles relatar la dilatación de los colores, los centelleos, las aureolas, los chasquidos, los tiroteos, los estambres, agujas y toda serie de figurillas que se abocetan. Arriba. Me temo que las imágenes trascienden a las palabras. Funes otra vez.

No comments:




Blog Archive