Wednesday, January 21, 2009

Ella se baña. Piensa, otra vez, en la literatura como neurosis. Siente un poco de temor. Procura salirse del lenguaje por un momento y concentrarse solo en su ducha. El chorro de agua caliente, le cae por el hombro derecho, y lo acaricia lentamente. Surge cierta relación con el agua y sus huesos. Siempre ha apetecido de tomar las duchas con agua demasiado caliente. Aunque, ha leído por allí, en algunos manuales para la salud, que dicha actividad no es benéfica para el cuerpo. Las mujeres que desean unos senos firmes, por ejemplo, tienen que bañarse con el agua fría. En fin, la situación es su pánico hacia la neurosis producto de la escritura. Estar pensando todo el día. Ser presa del lenguaje. Sin salir del juego. No es algo benéfico para el desarrollo espiritual. Sin embargo, aún piensa. Y, piensa en demasía. Es como si entablara una guerra discreta con la palabra. No obstante esa amistad o violencia hacia las palabras prevalece.

El modelo ideológico actual se estructura sobre los cimientos lingüísticos que nos heredaron los griegos. Eso del silencio es solo un sueño oriental. En algunas ocasiones lo utilizamos, como en aquella frase de Holderlin, el palashk, palashk. Fue cuando enloqueció. Entonces, se sigue organizando la realidad sobre las letras. La mayoría de la experiencia vivencial transcurre en palabras y más palabras. Le produce cierta nausea pensar en todo ese hervidero de palabrerío de los intelectuales. Un libro, otro libro, otro. Bibliotecas enteras. Libros del conocimiento. Es en estos instantes, cuando cae presa de la paradoja. Es aquí, cuando le suena otro nombre. Derrida y su diferencia. Es inaudible, no es una palabra, ni un concepto. Silencio piramidal de la diferencia. Excede el orden de la verdad, sin embargo, como cualquier cosa, como un ser misterioso, en lo oculto de un no-saber, o en un agujero cuyos bordos son determinables.



Recuerda cuando tenía la ilusión del arke. Refugiada en una colonia de paracaidistas fuera de la civilización. Observando el atardecer día a día. Celebrando el ocaso. Huyendo de los acontecimientos políticos. Estaba completamente desquiciada. ¿A quién se le ocurre eso? No era mejor, pensar en ponerse uñas postizas, plancharse el cabello. Para verse guapa. Hoy el pensamiento se torna distinto. Tomo cierta desconfianza por los libros. Aunque, no pudo tirarlos. Después de la reproducción. El segundo de la mayéutica. El acontecimiento del no acontecimiento se hizo latente. Siglos de placer sexual. Sin pensar en la posibilidad de la doblez. Porque. En sus esquemas categóricos del mundo no existía una palabra. Embarazo. No sabe cómo describir esa ausencia total.

El único discurso que vale la pena es el esotérico. No obstante, no se siente preparada para ello. Ha tenido algunos pequeños acercamientos. Piensa en la magnitud de esa fuerza. No comprende la admiración que sentimos por los teóricos. Los magos vs los teòricos. Pero en las universidades dicen lo contrario. Le llaman con cierto desprecio pensamiento mágico. Los antropólogos le denominan mitologías. Solo por no encajar en las estructuras convencionales. En fin, sabe que la brujería posee más cosas que develar que los discursos. Moderno-posmodernos. Y tal vez, un día de estos, sienta que ya tiene cierto control de su conciencia. Para atreverse a practicar lo esotérico.

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