Es verdad, “el maestro tiene casi diez libros publicados” y es muy joven. La disciplina, el empeño y el esfuerzo son cualidades de un sujeto que en algunas ocasiones pueden provocar “admiración” o “envidia”. Pero de esos asuntos, no quiero hablar aquí. Escribir. Lo que me jaló al monitor, fue una imagen, de ese maravilloso profesor, muy estresado caminando muy rápido por la sala de cómputo. También recordé, que no tengo ninguna imagen otorgando alguna sonrisa desinteresada y tierna a sus alumnos. Aunque debo confesar, que algunos días sí lo he visto caminar maravillado del caminar por los árboles en la universidad. Todos los días son poéticos. Pero el miedo por “avanzar” y “sobresalir” a veces nos vuelve apáticos ante lo “milagroso” y “azaroso” de la existencia. A veces uno no necesita hacer nada para que las cosas sucedan. Otras, uno tiene que actuar con precisión y claridad. Es como aprender a leer los ritmos de las estaciones, las lunas y los planetas en el universo entero. Sí, en el universo entero que es uno. Y tener la suficiente confianza, de que a veces es mejor esperar a que “sucedan las cosas”. Estos días han pasado muchas cosas inesperadas, bendiciones, ha de ser porque estos días no espero nada.
Por cierto, hay otro “profesor” que si acaso tiene dos libros, pero su ritmo y percepción; siempre me han parecido más enigmáticos y elegantes que el profesor de los diez libros.
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