Estoy muy arriba de mi misma. La sonrisa es
solitaria. La fuente espiritual, que traemos con nuestro ser, no puede variar:
es absoluta. Una nebulosa estoica de delfines y anti-estrellas coquetas, me
imanta de alegría el plexo de mis pulmones. Estoy atorada en una permanencia
centelleante de letras sagradas. No cabe duda, la suma de los tiempos
inter-estelares me apunta la esfumada imagen de mi respiración, mientras danzo muerta
de irracionalidades mudas.
Carta.zen.anti-carta.carta.nofea.cartademiel.cartametafìsica.cartadetodosustedes.
Diógenes encendió en vano su linterna y entonces no hice otra cosa más que brillar por mi misma. El deseo es sólo una tentación irregular en estos segundos de phanta rei a la concavidad abismal de la tumba de mis niñas serenas, fraguadas,aisladas. Entonces, la ciudad infeliz contiene una ciudad feliz. Muy arriba de mi misma: Arribita. Levísima. Loquísima.
Todo el tiempo del mundo por una exuberancia
menor.
Mujer inconfundible:
“La cortesía del mar, la brisa de olor
anaranjado, la peligrosa música reconocida primero por la hechicera Medea”
La adivina de la vida futura sopla las velas
y las oraciones que anuncian, ese nombre que no quiere llegar, ese nombre que
ha de llegar y no llegar al mismo rayo. Heideggeriano, Pirronico mío, la analogía
de los destinos cruzados marcará nuestros dedos en un atardecer de Octubre de 2013. Anticipo el tiempo anticipado. La cordura de la lluvia de cometas electrónicos
así me lo ha cantado. REVELADO.
Mujer
inconfundible, mujer copy-paste.
Al transmigrar, era medio-dìa.
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