Tuesday, December 11, 2012

¿Alguna novedad después del sol?






Mis intentos por dibujar músculos en mis piernas son un fracaso: La bicicleta de ejercicios paranormales yace oxidada en un garaje estoico, sin luz, sin nada. El siete de Diciembre del año 2012 sólo aspiraba a memorizar renglón por renglón, palabra por palabra: “El Jardín de los Senderos que se Bifurcan”.

Ya bailaré
Ya nadaré
Ya desapareceré

Acaso, ¿ Son esas dudas las que nos detienen las córneas mientras
contemplamos el fin del mundo?

Es la vela azul lavanda de quince pesos en el sobrerruedas,

El cuarzo rosa para el amor, las manzanas amarillas y las malas vibras.

Y claro, todo ese nihilismo ocasional en mis rodillas.

Me reinventaré en un solo click. 1 2 3

Entonces, cantaba oraciones entre los triángulos abyectos

Sobre tú almohada con la pretensión de generar un poco de ambición:

Metas, metas, muchas metas en la cartulina blanca. Ad infinitum in parvum
(Que el éxito no quede calcinado entre los escombros de las bibliotecas
mal paradas)

Copy-Paste mental:

Aspiraba un microcielo, pero la barbarie de los temazcales me hizo retroceder.

Aspiraba un microcielo, pero la barbarie de las editoriales me hizo retroceder.

Aspiraba, también, tres aplausos, 123, unos fans… RA RA  RA ¿ Por qué no?  

Aspiraba tantas cosas.

Luego, en este pseudo-punto:

Aparecen las carcajadas, la ansiedad, la lujuria del conocimiento multidimensional.

Es aquí, entonces, cuando lo único que quiero es un cabello hermoso, radiante, cliché.

Todas las obras de Calvino y las mejores explicaciones del mundo en una sola canción.

No obstante, entonces, el absurdo de la inhalación amorosa que me acompaña aquí  me aconseja:

Serenidad, orar, y todas esas cosas bellas, que una hace para transmigrar. Para aniquilar el inframundo. El colapso del terror del mundo y todo lo demás.

Aspirar al menos, a mover las vertebras, a mover las palabras en un jardín de oscilaciones azuladas rasgadas por el mejor aroma del mundo, y todo lo mejor.

Así, los mantras tibetanos al revés, y los remedios orales para la felicidad, visitaran
los arrecifes de los sueños perdidos, entonces, desearé dibujar luciérnagas invernales
en la arquitectura fugaz del lavadero de ojos. Inventaremos cripto-cuentos para sanar
el mundo, al menos, a modo de imaginación. 

Seremos un copy-paste entusiasta en la suficiencia oriental que nos detiene los besos en las llamadas largas. Inacabadas. Esta vez volaremos esperando el apocalíptico naufragio del Castillo de los Destinos Cruzados.

Esa vez era una cruz, y por eso no estoy.
¿Alguna novedad después del sol?

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