Wednesday, December 12, 2012


[ la rodilla de lao tse ]


Una rodilla hegeliana es una bola de hueso en acero hostil. Por algunas coincidencias dialógicas. Por sincronía: la ambición que presupone lo absoluto. Entonces la substancialidad ósea que sostiene al cuerpo en su andar; se ve implicada en un proceso de descalcificación sonora cuando no logra precipitarse en el vuelco constante del devenir: no baila al ritmo. Trota si acaso según la velocidad del momento en turno en la manipulación constante de lo que acontece. Pues, en caso contrario, pierde el control. Es ciega de la inocencia del devenir. Está sedada en el cálculo constante de posiciones –tanto espaciales, como humanas-. No puede imaginar escenas precisas sin actuar.


El movimiento es algo poco entendible. Aún regimos nuestra vida por proyectos futuristas. A decir de la rodilla hegeliana: somos demasiado estacionarios. ¿Cuántos bocetos ilegibles de escenas del pasado rondamos una y otra vez; sin lograr al menos digerirlos?


            La rodilla hegeliana es una de esas estructuras “pensamentales” que mueren entre los sesenta y setenta años. Desconoce el misterio del wu-wei. Por eso, muere a muy tempranas horas. La longevidad es algo no necesario dentro de sus proyecciones controladoras. En cualquiera de sus introyecciones –tanto externas como internas- posa en la paranoia constante del desalojo o en la perdida de posición instrumental. Es en pocas palabras la mente calculativa que no deja que las cosas sucedan.


            En cambio la rodilla de Lao Tse permanece serena ante las mutaciones del universo. No se ve afectada por ninguna posición espacio-temporal. La descalcificación sonora es un fenómeno ausente. Este tipo de rodillas saben bailar ante cualquier escenificación de la existencia. Ruina y gloria son indiferentes para los portadores de este tipo de cuerpos. No tienen miedo de perder un trabajo, por ejemplo. No pasa por sus labios la palabra difícil. Es en pocos sonidos una espiritualidad al margen del control. No manipula nada porque no tiene nada que perder.


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