Antes de leer el libro de alguien desconocido, busco su fotografía y detecto el pulso exacto de su sintomatología. La sola posición de su mirada me dirá si tiene algo que enseñarme o no. Entonces recuerdo ese rostro bondadoso de Kierkegaard por ejemplo, o esa mirada perdida de Rimbaud. No hay pierde, aquí estamos en otro nivel de percepción. Por eso, el día que leì a Vila Matas, su imagen inflamada de harta vanidad me provocó una sospecha a priori, sabía que era o sería más reflexión intelectual mecanizada (muy buena por cierto) pero que sus niveles de intuición y sensibilidad no irìan más allá de eso.
Así las cosas.
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