Los niños en el Contentario
juegan con los cíclopes de viento. “Nada de esto me parece prodigioso; no me
infunde terror”. Siete atardeceres blancos velan sobre las vertebras de algunos planetas recién nacidos. Entonces, volar sobre la costa del Pentagrama
Fronterizo no es un error. “Conozco cada hierba de la llanura marina que a
veces es violeta y a veces es azul, y poseo la ciencia de todas las conchas
enroscadas”.
Yo te envuelvo en tus córneas de
niño. Yo te envuelvo en los días futuros de serpiente. Yo te envuelvo entre las
auroras que construí anoche mientras dormías.
A dónde ir, pirrónico mío?
Mis uñas tienen el camino, canta la blancura de las diosas bajo el sol.
Soles electrónicos, nos dan la bienvenida.
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