Me pregunto, si llegará el día en que las universidades se promueva una conjunción de la ciencia occidental y las ciencias orientales (o en su caso, del conocimiento esotérico) de una forma equilibrada; tomando en cuenta el nivel de percepción del sujeto en turno, así como del orbital de tiempo y espacio de localidades especificas. En pocas palabras, el movimiento. Hasta el momento, lo dudo.
La ciencia normal es la ciencia legítima de los espacios pùblicos, dedicados de manera oficial a la generación de conocimiento. Maquiladoras epistemicas, por asì nombrarlo. En cambio, el otro tipo de conocimiento, siempre se ha generado de manera marginal; y jamás se le ha dado una posición dentro de los parámetros normales de la instituciòn. Me refiero, sobretodo, al conocimiento mítico, sagrado, mágico. Alquimista. Que nunca ha tenido la pretensión de infiltrarse en estos lugares. Donde probablemente, no hay cobijo, o no es bienvenido.
Por otro lado, tenemos algunos intentos sistematizadores de varias formas de conocimiento. Tal es el caso de Morin, por ejemplo, quien genera o sintetiza una teoría del conocimiento desde lo complejo, que suena y se ve, casi perfecto; pero sigo dudando que el pensamiento colectivo y normal, este diseñado para ello. La misma estructura está edificada, en su mayoría, por una tradición aristotélica empirista, que; en la mayoría de los casos se adquiere de antemano, sin al menos alcanzar a cuestionarlas. Las metodologías de la investigación son como recetas de cocina. Mecánicas. Además, dentro de su rigidez y camino, se anula de antemano la creatividad e imaginación. En este espacio, la figura de Bachelard y Bohm, me parecen sumamente importantes, cuando se tiene el deseo de salir un poco a ese afuera del paradigma normal de una época. El primero, al aludir a los espacios poéticos; a la metáfora, a una estética de la ciencia (algo similar en R. Penrose, por ejemplo); el segundo, al permitirse dialogar con pensadores de índole religiosa como Krishnamurti y llegar a varios acuerdos. Es decir, vivir alerta a la imposibilidad. Vivir y sentir la modestia de la estructura lógico-lingüístico-tradicional.
Por otro lado, tenemos algunos intentos sistematizadores de varias formas de conocimiento. Tal es el caso de Morin, por ejemplo, quien genera o sintetiza una teoría del conocimiento desde lo complejo, que suena y se ve, casi perfecto; pero sigo dudando que el pensamiento colectivo y normal, este diseñado para ello. La misma estructura está edificada, en su mayoría, por una tradición aristotélica empirista, que; en la mayoría de los casos se adquiere de antemano, sin al menos alcanzar a cuestionarlas. Las metodologías de la investigación son como recetas de cocina. Mecánicas. Además, dentro de su rigidez y camino, se anula de antemano la creatividad e imaginación. En este espacio, la figura de Bachelard y Bohm, me parecen sumamente importantes, cuando se tiene el deseo de salir un poco a ese afuera del paradigma normal de una época. El primero, al aludir a los espacios poéticos; a la metáfora, a una estética de la ciencia (algo similar en R. Penrose, por ejemplo); el segundo, al permitirse dialogar con pensadores de índole religiosa como Krishnamurti y llegar a varios acuerdos. Es decir, vivir alerta a la imposibilidad. Vivir y sentir la modestia de la estructura lógico-lingüístico-tradicional.
...continuará.
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