Sunday, January 13, 2013

639 Hz


El Pentagrama Fronterizo está brillando todo el tiempo. No obstante, en algunos tiempos frecuencia cero menos tres, las pupilas de los habitantes coagulan en espejarios negros. La ciudad se vuelve espantosa. Cero de habitar. Los cantos de los árboles estoicos inundan todos los números de las calles. Imposible transitar. A los días, la necesidad de brillar los amaneceres se vuelve una necesidad. El verano es impresionista y aunque la mayoría lo cataloguen de fealdad. La felicidad es la felicidad y la felicidad está viva en todas partes. Así, no es de dudar, que entre los silbidos de las esferas bibliotecarias, salgan metáforas nadando de entre el polvillo de las pastas de ciertos libros del siglo XIX, y se empiecen a infiltrar sobre todo en las fuentes de los parques infantiles. De las metáforas, sólo podemos cantar que una es kierkergaardiana –tiembla- la otra es hegeliana –alumbra- y la tercera carece de nombre y verbo desconocido. Tres atardeceres posteriores, la resonancia de un concierto futurista dilata ciertos corazones cerrados. Sobre todo aquellos corazones no aptos para el amor. Es entonces, cuando ambas combinaciones suenan resueltas en una calafia de la cinco y diez y, cierto conjuro de frontera norteña choca en las pestañas de los habitantes con pupila que miran el mundo feo. Al instante, una catarsis los hace llorar y exorcizar: noticias periódicos, renglones de periódicos, anuncios de televisión, renglones de televisión, y demás derivados del facebook. El mundo feo desaparece de la nada e inician una genealogía de la visión envuelta en esa belleza ámbar que ahora es mediterráneo. Sí, la mirada brillosa del mediterráneo pulsa ahora los órganos internos del Pentagrama Fronterizo. La belleza es la única realidad y  la vida es muy corta como para gastarla en futilezas. Punto final. 

1 comment:

Miriam García Aguirre said...

Frecuencias curativas.
Saludos.




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