El
ciclo de lecturas filosóficas ha regresado a mi cuerpo. Todos estos años
anteriores, inmersa en la lectura de textos sobre educación, estadísticas, y
una que otra ciencia social; sólo sirvió para otorgarle un descanso a mi
espíritu. Todas esas explicativas de índole pragmática y utilitarista no fueron
más que unas vacaciones que me desvirtuaron de mi búsqueda esencial. Estoy
totalmente de acuerdo con Popper, cuando dice que la única finalidad del
conocimiento científico ha de ser la de generar conocimiento nuevo y, ese
conocimiento, aspirará sobre todo a preguntas de índole cosmogónica. No
obstante, hoy la mayoría se conforma con las respuestas que la experiencia
empírica -ese gran obstáculo epistemológico según Bachelard- arroja en primera instancia en el plano de lo concreto. Luego
entonces, regresando al ciclo de lecturas filosóficas en mi vivencia inmediata,
reconozco ese tiempo sentido en el que entro a otra dimensión, a otra
frecuencia; pues mi yo subjetivo entra en el ámbito de juegos intelectuales que
requieren una voluntad ascendente –en términos de Nietzsche- para poder aspirar
a entendimientos de escalas más elevadas a las que nos habitúa el mecanicismo.
Siento que el tiempo entero de mi cuerpo cambia. Mi tiempo celular, mi tiempo
sensible, mi tiempo meditativo, y que quizá, las preguntas son siempre las
mismas, pero que la naturaleza del lenguaje con la que concibo mis explicaciones
actuales han tornado ya en otra substancia. Además, esa sensación de vivir
atrapada en el lenguaje se vuelve amistosa en esas épocas en las que el
espíritu mismo sabe que los paseos por estos torbellinos conceptuales no han
sido agotados, y que una misma no está lista para partir. En este caso,
considero necesario la conjunción de las lecturas científicas- filosóficas con
las lecturas literarias. Lo abstracto llena de aire la mente, y después, le es
difícil adecuarse a los requerimientos de la mundanidad habitual. Vivir en una
burbuja de abstracción es separarse de la trivialidad del mundo, sin embargo,
es importante percatarse de ello, para no tornarse un sujeto insípido sin
sentido del humor. Además, la maternidad, como vivencia diaria de una mujer
pensante, no arroja los destellos necesarios para abismarse en el pensamiento.
Tiene una que viajar en varios canales durante el día y tener la suficiente
claridad, para no abandonar las ideas. En pocas palabras, la tesis central de
estos renglones, solamente tiene el deseo de expresar, que estoy regresando a
un tiempo en el que no había habitado durante los últimos cinco años, y que
aun, no comprendo el motivo de este regreso.
Tuesday, January 01, 2013
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